Los triunfadores tienen mucha suerte. Si no lo crees, pregunta a un fracasado. Así comenzamos hoy desde Valencia este tiempo de La Tribu dándole vueltas a la innata capacidad que tiene Luis de la Fuente para sobrevivir en situaciones de lo más adversas. Casi tantas como bautizos periodísticos. Recuerdo el Luis de la que…, Luis de la gente… y por supuesto, el Luis de la suerte.
Porque, efectivamente, hace falta suerte para salir con vida de un tiroteo y nuestro seleccionador ya ha sobrevivido a la mano de Cucurella ante Alemania, al penalti a lo Panenka de Carvajal, al aplauso a Rubiales, a la lesión de Rodri, y al fallo de un penalti de Lamine a quien por una vez en la vida, de forma fugaz, lo vimos comportarse como lo que es, un juvenil, después de marcar un gol que le hubiese costado meter al mismísimo Lionel Messi.
Así es nuestro seleccionador que ayer no anduvo fino con los cambios, justo después de anunciar que se equivocaba poco con las sustituciones porque, está más que claro, España tiene una plantilla profunda, versátil, complementaria que funciona en torno a una idea y, sobre todo, una mentalidad que hace que un chaval del que nadie sabía nada hace apenas cien horas se haya erigido en una estrella rutilante por la que el Madrid debería tirar el Bernabéu por la ventana para convertirlo en su central insignia.
España tiene una plantilla profunda, versátil, complementaria que funciona en torno a una idea
Quizá junto a Asencio que se quedó sin debutar. Hablo, obviamente, de Dean Huijsen, con novia formal, parece ser, según le contó Kluivert a Toribio, y con novias futbolísticas que harán imposible su continuidad junto a Andoni Iraola. Todo esto es nuestra selección. Todo lo ha logrado De la Fuente. Disfruten de lo sucedido porque llegará un día que, sin saber los motivos, dejaremos de tener esa suerte. Unai se lanzará al lado contrario, un lateral será capaz de frenar a Nico y el penalti que va al palo quizá sea el de Pedri en vez de un holandés.
En junio, otra vez a la Selva Negra. Otra vez a revivir una Euro maravillosa concentrada en dos fechas. Francia, Mbappé, la semifinal remontada y un final en Múnich donde quizá siete días antes haya algún español en la Champions. En resumen, una suerte contar con la suerte de un seleccionador que se fue de Mestalla abrazando a quien no tuvo esa suerte: el Pipo Baraja.
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