Unos 20 metros atrás del centro del campo, el balón desde las manos de Ardie Savea cayó en las manos de Will Jordan, un tallo de 1,88 y 91 kilos en el flanco derecho del ataque neocelandés. HIzo una finta en carrera, Santiago Carreras se lanzó abajo, pero no lo pudo enganchar y cuando atravesó la línea y vio que Facundo Isa y Marcos Kremer, dos armarios, iban a cerrar el paso como las puertas de un elevador, decidió jugar por encima de la cabeza del segundo una patada a seguir.
En el aterrizaje, el oval botó a apenas diez metros de la línea de marca y casi como teledirigido le cayó en sus manos. El intento final de Isa fue en vano, cuando le derribó ya estaba dentro de la zona de tanteo.
Era el tercero que lograba en la noche de París, escenario de la semifinal ante Argentina. Ninguno de los anteriores había tenido esa belleza en el partido en el que Nueva Zelanda alcanzó la quinta final -10 ediciones- de la Copa del Mundo, desempatando con Australia e Inglaterra, aunque éstos podrían igualarles si este sábado pasan por encima de Sudáfrica.
Jordan, sólo 25 años, el jugador mundial revelación hace dos años, se convertía así en el cuarto jugador que lograba 8 ensayos en un Mundial, como Jonah Lomu en 1999, Bryan Habana en 2007 y Julian Savea en 2015.
Ochenta minutos tiene por delante para quedarse en solitario el próximo sábado, pero los precedentes desbaratan lo que podría pensar la lógica. Habana también llegó con ocho ensayos al partido decisivo a Saint Denis y no logró superar esa barrera y ocho años después, en Twickenham tampoco pudo Savea, como si desde el cielo la leyenda Lomu hubiese creado un maleficio para que nadie arrebate una inmortalidad ya ganada.
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