Con el objetivo de fomentar el transporte público, en varias regiones del ámbito europeo se está implantando el abono único, con el que los s pagan una cuota mensual, trimestral o anual para disfrutar del sistema de transporte de todo el país, ya sea autobuses, metro o trenes de media y larga distancia. Austria se convirtió en el primer país de Europa que aprobó esta medida en octubre de 2021.
El billete recibió el nombre de KlimaTicket y su precio es de 1.095 euros anuales con un descuento para jóvenes y jubilados, que ven el precio descender hasta los 821 euros. Este abono único de transporte público ha tenido una relevante aceptación, con más de un 13% de austriacos dueños de uno de ellos.
El pasado año se confirmó que Alemania también tendría este billete especial denominado Deutschland-Ticket, que tiene la excepción de no contar con los trenes de alta velocidad. Su precio es de 49 euros al mes. El coste de este bono, según han estimado desde fuentes gubernamentales, es de unos 3.000 millones de euros.
En el caso de Portugal, no hay un billete para todo el transporte público. Sin embargo, el pasado verano se estableció una oferta con la que por 49 euros mensuales podía disfrutar de tarifa plana en todos los trenes. Una medida cuyo éxito ha supuesto que países como Francia están estudiando implantarla también en su territorio.
La problemática española
La cuestión ahora es si algunos de estos bonos tendrían recorrido en España. La problemática ferroviaria en algunos puntos peninsulares sería un impedimento para que todos los ciudadanos disfrutarán de un billete de tren a nivel nacional.
La alternativa sería un abono con transporte urbano, interurbano y larga distancia. Desde la ONG Greenpeace han propuesto un billete con un coste de 30 euros al mes, cuyo nombre sería T-Lleva, que supondría un esfuerzo económico por parte del Gobierno central de unos 2.000 millones de euros. Sin embargo, la propuesta es financiarse a través de un impuesto al queroseno de los aviones.
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