Desde que uno tiene uso de razón, hace ya unos cuantos años, la frase de “el hielo de la Antártida se está derritiendo” ha sido un habitual cuando se trataban los asuntos del calentamiento global, lo que ahora se denomina como cambio climático. No solo en la Antártida, todos hemos visto fotos de glaciares en las montañas o en las zonas de Groenlandia donde hace 70 años el hielo era mucho más copioso que actualmente.
Este tipo de situaciones, con la tecnología actual, pueden ser medidas de una manera casi milimétrica. El uso de los satélites que orbitan alrededor de la tierra hacen posible que los técnicos puedan medir las capas de hielo casi constantemente, ver su evolución, su pérdida o crecimiento, su dirección y sus trayectorias, algo que al observarlos ha llevado a los especialistas a acuñar un nuevo término que a muchos puede sorprender, el de “piratería de hielo”.
Un glaciar que roba hielo a su vecino
La situación, tal y como la hemos conocido, es la de un glaciar que va desplazándose por el agua y va robando hielo a su vecino, mientras no para en su avance sobre el océano. Hay que tener en cuenta que, lo habitual es que cuando los glaciares entran en o unos con los otros se fusionan y continúan fluyendo de manera conjunta. Pero también se ha dado la circunstancia de que se roban hielo entre sí, pero esta es la primera vez que se observa un robo así en un período tan corto.
Con anterioridad se pensaba que esto solo ocurría en periodos de tiempo largos, de siglos o milenios, sin embargo, con los nuevos datos de los satélites sugieren que al menos un gran glaciar, conocido como Kohler East, ha estado robando hielo de su vecino, Kohler West, de movimiento más lento, a un ritmo notable en menos de 18 años, según hallazgos publicados recientemente en The Cryosphere.
Los autores de este estudio, dirigidos por científicos de la Universidad de Leeds (Reino Unido), observaron que, si bien la mayoría de los glaciares de la región se aceleraban hacia el mar, el Kohler West se desaceleró un 10 % entre 2005 y 2022. Una transferencia de hielo que contribuyó a la desaceleración del Kohler West, que no se estaba adelgazando ni estirando tanto como sus vecinos más rápidos en la capa límite entre el hielo y la tierra.
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