El cónclave para elegir al nuevo Papa de la Iglesia empezará este miércoles 7 de mayo. El proceso, regulado por la constitución apostólica, el Universi Dominici Gregis, puede alargarse en el calendario, pero generalmente la elección es rápida. De hecho, tanto Francisco como Benedicto XVI fueron designados tras un día de deliberaciones. El proceso más largo de este siglo ha sido el de Pío XI, con un cónclave que se solucionó en cinco días. Hay dos fumatas a lo largo de la jornada, negra si no hay consenso y blanca en el caso contrario: a las 12:00 y a las 19:00 horas. Todo transcurre con medidas extremas para garantizar la privacidad y la seguridad de los asistentes.
Cuatro votaciones por día
Las jornadas en el Vaticano son intensas durante el cónclave y se realizan varias sesiones de votaciones. Concretamente, cuatro al día: dos por la mañana y otras dos por la tarde. El reglamento entiende que un máximo de tres días es un tiempo suficiente para elegir al nuevo Papa. Sin embargo, la normativa no deja ningún detalle al azar en caso de que el pontífice no salga elegido después de doce votaciones. Es decir, de tres jornadas.
Un máximo de 34 votaciones
Si eso ocurre, está estipulado que el día siguiente sea de descanso, algo que debería servir para acercar posturas. El proceso sigue entonces alternando jornadas de votaciones y descansos hasta llegar a las 34 votaciones. En ese momento, el Universi Dominici Gregis establece una nueva normativa para acelerar la elección de un nuevo Papa y evitar que el proceso se eternice.
Los dos cardenales más votados
Si no hay consenso, el reglamento vaticano dictamina que la elección se realice únicamente entre los dos cardenales más votados. Es la forma de desatascar una situación que sería muy atípica. Será nombrado nuevo Papa si obtiene dos tercios de los votos. Es decir, 89. Una vez resuelta la designación, el elegido deberá aceptar el cargo. Nunca ha ocurrido que el pontífice renuncie y no se espera que ocurra ahora.
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