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La épica de Ureña, excepción en un indecoroso homenaje al maestro Chenel

Su viuda, Karina Bocos, su hijo Marco Antonio y Carlos Chenel invitados excepcionales en la corrida In Memoriam

El valor de Paco Ureña volvió a quedar demostrado en la corrida homenaje a Antoñete
El valor de Paco Ureña volvió a quedar demostrado en la corrida homenaje a Antoñete
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Plaza de Madrid. Corrida en homenaje a la memoria del maestro Antonio Chenel "Antoñete". Lleno. Toros de Jandilla/Vegahermosa y un sobrero de El Pilar (2), mansos de solemnidad, blandos y solo el sexto se empleó con codicia aunque se quedaba corto con peligro. José María Manzanares (5), de corinto y azabache. Estocada caída (saludos con protestas). Dos pinchazos y estocada (silencio). Alejandro Talavante (4), de obispo y oro. Pinchazo y estocada caída. Un aviso (silencio). Pinchazo, estocada corta y dos descabellos (pitos). Paco Ureña (6), de verde botella y oro. Estocada delantera (silencio). Estocada corta (una oreja).

La tarde del homenaje in memoriam al maestro Antoñete se hundía de forma indecorosa. La corrida de Jandilla, mansa y blanda, además de sus feas hechuras, sin olvidar que el tercero era un becerrote, iba dejando un ambiente de triste homenaje hasta que salió el sexto toro que exigió a Paco Ureña un esfuerzo y un generoso gesto de valor porque el toro, muy lejos del comportamiento del resto de la corrida incluido el sobrero de El Pilar, era todo un torrente de embestidas alevosas, quedándose debajo con saña.

Después de encajarse de verdad en los primeros muletazos Ureña mantuvo su estricto sentido de la autenticidad y ese derroche el toro no se lo perdonó prendiéndole de forma azarosa. En la caída el torero salió seriamente golpeado en hombro y cuello. A pesar de estar casi noqueado Paco Ureña tuvo el gesto de echarse la muleta a la izquierda y ligar como pudo algún muletazo. Consiguió enterrar el acero y el efecto letasl de ese espadazo sirvió para que la gente, impresionada por la épica del torero consiguiera el premio de una oreja. Oreja a la vergüenza torera.

José María Manzanares persiguió a su primer toro en la huída del manso para ligar algunos mulet en la querencia y cuando pudo. Derechazos y simulacro en conjunto en la labor del alicantino. El cuarto, un infame becerrote de El Pilar apenas dejaba un ínfimo márgen a Manzanares para salir del paso ante tal exhibición de mansedumbre. Alejandro Tañlavante se fue a portagayola para recibir al primero de su lote. Aguantó con firmeza la embestida andando del toro para darle salida en una larga de mérito. Hasta aquí lo que rescato de la actuación de Talavante ante un lote que dentro de su mansedumbre no exigía ni mucho menos el derroche de ventajas y trapazos d que le endilgó quien hace tiempo fue un torero de referencia para el buen aficionado y ahora deambula exprimiendo el nombre que forjó hace ya tiempo.

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