Tras la época estival, llega septiembre: un mes para retomar horarios, rutinas y buenos hábitos. Y esto también incluye a los pequeños de la casa. Vuelven las clases, los madrugones y los deberes, pero también los amigos, los partidos de patio de colegio, las competiciones deportivas infantiles... y las meriendas o comidas entre horas para recuperar energía.
Los dulces, la bollería o los productos transformados estarán presentes, ya sea por hábito o por conveniencia, en muchos momentos. Transmitimos así a los niños un mensaje contradictorio respecto a la salud y los buenos hábitos que van de la mano de la práctica deportiva.
Las actividades extraescolares son un recurso al que gran parte de los padres recurren durante el curso escolar, para facilitar así la conciliación y adaptar el horario lectivo de los niños a sus horas de trabajo. No obstante, más allá de las necesidades de conciliación familiar, el deporte extraescolar -en su justa medida y sin sobrecargar a nuestros pequeños- es una gran oportunidad para que éstos adquieran valores, habilidades y hábitos fundamentales para su desarrollo físico y social.
Cuando nuestros hijos participan en actividades deportivas que les gustan, disfrutan y pueden desarrollar en compañía de otros niños, el juego y la diversión se convierten en grandes aliados. Con su práctica, refuerzan sus habilidades de socialización, organización y compañerismo; aprenden a gestionar emociones; mejoran sus habilidades motoras y desarrollo físico... y los padres y formadores tienen la posibilidad de inculcarles hábitos equilibrados, entre ellos, la alimentación saludable.
Según la Organización Mundial de la Salud, el sobrepeso en España afecta a 4 de cada 10 niños y a 3 de cada 10 adolescentes. Por ese motivo, la alimentación y la práctica de ejercicio físico de nuestros pequeños son aspectos básicos a los que es necesario prestar atención. La merienda se convierte en una comida clave para recuperar energía antes o después de los entrenamientos y partidos.
La falta de tiempo y la inmediatez favorecen que productos insanos se cuelen en muchas ocasiones en la bolsa de deporte de los niños. Un contrasentido que refuerza la mala alimentación como premio al esfuerzo y el hábito de 'disfrutar' de alimentos con altos contenidos en azúcares o edulcorantes artificiales. Por contra, sustituir estos productos por una o dos piezas de fruta nos permite introducir el refuerzo positivo de un alimento con un mejor valor nutricional, asociado a esos momentos de ocio, deporte y diversión.
Opciones hay muchas pero, sin duda, el plátano siempre será una elección ganadora. De hecho, es la fruta preferida de los niños por su sabor y conveniencia (es fácil de pelar y transportar). Entre sus cualidades, destaca que el plátano es fuente de potasio, que contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso y de los músculos mientras que los hidratos de carbono son un aporte extra de energía. Esto los convierte en los mejores compañeros de nuestros pequeños durante la práctica deportiva. El Plátano de Canarias se convierte así en una alternativa saludable que, junto a otros hábitos de vida equilibrados como la hidratación, puede ayudar a que nuestros pequeños integren la fruta en su día a día así como en sus tardes de deporte y diversión durante este curso escolar.
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