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Durante mucho tiempo, Nintendo dominó el mercado de las videoconsolas con puño de hierro gracias a NES y SNES.
Con casi 50 millones de unidades vendidas, nadie podía hacerle frente. Sega, su mayor rival, no pasó de los 15 y 30 millones con Master System y Mega Drive respectivamente— pese a ser dos de sus consolas más icónicas.
Por aquel entonces, parecía que nadie podría hacerle frente a la gran N. No obstante, todo estaba a punto de cambiar, y la culpa fue de nadie más que de la propia Nintendo. La compañía, en una posición de poder, tomó dos decisiones terribles.
En primer lugar, traicionó a Sony, provocando el nacimiento de una de las consolas más vendidas de la historia y de su mayor competidor hasta la fecha. Por si fuera poco, tan solo un año después lanzó la peor consola de su historia: Virtual Boy.
La caída en desgracia de Nintendo
Todo empezó a finales de los años 80. Tras varias conversaciones, Nintendo llegó a un acuerdo con Sony para que esta fabricase una nueva versión de NES compatible tanto con cartuchos como CD-ROM.
Resumiendo mucho, el trato no llegó a buen puerto, pues Nintendo decidió romper su alianza con Sony en favor de Philips. La jugada le salió fatal, pues Sony respondió aprovechando todo el trabajo realizado para lanzar PS1.
El resto de la historia ya la conocéis: PS1 dominó su generación (la quinta) y aplastó a todos y cada uno de sus rivales con unas cifras de ventas nunca vistas hasta entonces en la industria del videojuego...
Pese a todo, la posición de Nintendo seguía siendo buena. El lanzamiento de PS1 (1994 en Japón, 1995 en el resto del mundo) les había puesto en un aprieto, pero NES y SNES seguían siendo dos de las consolas más populares de los últimos años.
Hasta cierto punto, la gran N solo necesitaba lanzar otra buena consola para recuperar su hegemonía... pero no fue así. En 1995, Nintendo lanzó al mercado la peor consola de su historia, protagonizando el mayor desastre en ventas jamás visto en el seno de la compañía.
Virtual Boy, con apenas 770 mil unidades vendidas en todo el mundo, se convirtió en el patito feo de una marca que llevaba años haciendo las cosas bien y reventando el mercado. Tan mal fue que algunos hasta se atreven a decir que por su culpa, la carrera de Gunpei Yokoi llegó a su fin.
En efecto, hay quienes dicen que Virtual Boy borró del mapa al creador —entre otros— de Game and Watch y de Game Boy. Así de mal fue. Los motivos de su fracaso fueron varios: precio, incomodidad, una campaña de marketing mal planteada, poca supervisión...
Todo sea dicho, decir que Nintento estuvo al borde del colapso o que vivió una crisis sin precedentes sería exagerar, pues no fue así. El palo fue muy duro. No, perdón, durísimo, pero seguían estando en una posición aceptable.
Nintendo pierde la hegemonía de sobremesa
Tras el fracaso de Virtual Boy, Nintendo se puso manos a las obra y empezó a trabajar en dos nuevas consolas: una portátil y una sobremesa. Ambas las conocemos muy bien, pues dicen ser dos históricas de la industria.
Primero se lanzó Nintendo 64. Si bien es cierto que no logró estar a la altura de NES y SNES en ventas, funcionó bastante bien, pues (casi) alcanzó los 33 millones de unidades vendidas. No obstante, se quedó muy por detrás de PlayStation.
Competir contra el monstruo que ellos mismos habían creado parecía imposible, y en realidad —en sobremesa— lo fue. Quien 'salvó' la situación fue Game Boy Color, la sucesora directa de Game Boy.
Lanzada en 1998, fue un auténtico exitazo, aunque no sabemos hasta qué punto. Por desgracia, Nintendo siempre se ha negado a dar las cifras de ambas consolas por separado. Entre las dos suman 118 millones, aproximadamente.
Por lo tanto, en su conjunto vencieron a PS1, pero inferimos que ninguna logró batir a la consola de Sony de manera individual, pues esta alcanzó los 102,49 millones entre sus diferentes versiones. Pero, ¿por qué? Sin más, porque no son la misma consola.
Al menos desde mi perspectiva. Game Boy salió en 1989 y Game Boy Color en 1998. Con casi diez años de diferencia, y muchas novedades técnicas, las considero consolas diferentes, mientras que todas las versiones de PS1 son esencialmente lo mismo, pero con variaciones menores.
Un cambio en el paradigma
Toda estas situación trajo consigo un cambio en el paradigma. Hasta entonces, Nintendo reinaba en el mundo de las sobremesa y de las portátiles. No obstante, tras el descalabro de Virtual Boy, perdió su hegemonía en el mercado de las sobremesa.
Esto no cambio en la llamada sexta generación (Dreamcast, PS2, GameCube y Xbox) de consolas. De hecho, fue la tercera de las grandes. Hasta la fecha, GameCube ha vendido unos 22 millones de unidades, Xbox alrededor de los 24... Y PS2 va por los 160.
Salvo que Nintendo DS o Switch digan lo contrario (sin contar NSW2, por supuesto), PS2 sigue siendo la consola más vendida de la historia. La paliza en el mercado de las sobremesa fue total, provocando un cambio en el paradigma.
Nintendo, que hasta entonces era la reina en ambos mundos, destacó en las portátiles, pero no en lo demás. GameCube, una de sus mejores consolas hasta la fecha, fue incapaz de igualar a NES o SNES pese a que el mercado era muchísimo más grande que antes.
Fue un palo importante, o eso he pensado yo siempre, pues todo esto pasó por culpa de un par de malas decisiones por parte de la antigua directa de Nintendo. ¿Os imagináis cómo habrían sido las cosas si Sony nunca hubiese lanzado PS1 y hubiese permanecido junto a la gran N?
Sin duda, el mundo sería un lugar muy diferente. El caso es que al final no fue así, y aunque Nintendo nos ha dejó muy buenas consolas sobremesa en el proceso (N64 y GameCube son una delicia), nunca recuperó su corona. A cambio consiguió otra, la de las portátiles, pero esa ya es otra historia.
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