Hablaba ayer con un amigo del mundo de los esports sobre la situación de KOI y Heretics. Actualmente son los dos equipos españoles que más repercusión tienen, y los que nos representan tanto en VCT como en LEC (Sin olvidarme de Giants, que ha hecho un gran papel en VALORANT).
Sin embargo, esta representación nos lleva de charco en charco, y da una imagen ciertamente pobre de lo que es la afición española de los esports. Ayer, entre tanto beef antes del partido y tanto trashtalk posterior, nadie habló de la partida.
A nadie le importó la mejora de KOI, que se mostró un equipo muchísimo más sólido que en la liga regular, ni que las sensaciones de Heretics, más allá de perder, también mejoraran sobremanera. Todo lo que importó fue el grito final de Ibai: unos para criticarlo por falta de 'valors' y otros para defenderlo.
El movimiento se demuestra andando, y como este, los valores se demuestran sabiendo ganar, pero también perder. Ninguno de los dos equipos ha sabido ganar este año, y así se ve en cómo las distintas celebraciones que se han hecho por parte de los conjuntos son armas arrojadizas.
Parece que todo lo que queremos es que nuestro equipo gane para poder insultar sin capacidad de respuesta al contrario, y que si nuestro rival nos hace lo mismo cuando caemos, debemos poder criticarle sin problema, pero esto no es así.
Y con esto no quiero decir que no debería haber trashtalk. Al contrario. El deporte, y más el profesional, en el que los jugadores se juegan tanto en cada enfrentamiento, levanta pasiones, levanta furia y hace que los jugadores tengan respuestas como la de Keloqz mandando callar tras una ronda espectacular. Y esto es bueno.
Es una narrativa que se seguirá el próximo partido en el que Keloqz y los ahora jugadores de KOI se vean las caras, una rivalidad. Y lo mismo sucede con las palabras de Benjyfishy, que tan desacertadas han resultado a la postre. El pique, el vacile, genera morbo, y mejora el espectáculo.
Lo que no lo mejora son algunas publicaciones en Twitter insultando al equipo contrario, los gritos al final del partido que, si bien surgen fruto de la tensión, demuestran el no saber ganar, o directamente algunos comentarios que vimos en directo hacia algunos jugadores que se aburrían en la pausa técnica.
Luego nos quejaremos de los fans, que se vuelven radicales, pero si los clubes no muestran esos 'valores', si no tienen un mínimo de elegancia los propios equipos, no esperemos que los seguidores no sean energúmenos. Antes de criticar los valores de los otros, mirémonos a nosotros mismos y mantengamos los nuestros, porque los valores se demuestran, no son un arma arrojadiza.
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