El Valencia (y Valencia, en general) está ávido de buenas noticias. Las necesita para mantener la esperanza de una permanencia que, con el transcurrir de las jornadas, parecía misión imposible. Pero la cuesta ya no está tan empinada. Hay luz al final del túnel. La antorcha la sostiene Mouctar Diakhaby (28 años), un futbolista que, a título personal, se vio en lo más profundo de las tinieblas, con el pánico a la retirada temprana persiguiendo su día a día. Ahora, sin embargo, Diakhaby brilla y bajo su relato de resiliencia, suspira fe una hinchada que cree más que nunca en la salvación gracias a, entre otros, el ejemplo de este futbolista que pasó del llanto de la desesperación, al llanto de la alegría.
Éste último lo enjuagó cuando, ante el Leganés, hizo el 2-0 con el que los che cerraron el partido y respiraron de alivio. Ante un rival directísimo por la salvación, el equipo de Carlos Corberán ganó con solvencia, apretó el pozo y demostró que a un gigante como el Valencia no se le puede tumbar fácilmente. Si hay descenso, será tras una batalla épica por la resistencia en Primera. Una lucha en la que las apuestas de Betfair inyectan optimismo. Los pronósticos no ven al equipo de vuelta a la categoría de plata y son el sexto candidato a bajar con una probabilidad implícita del 28%.
Del infierno a la gloria
Menos opciones seguramente veía Diakhaby de jugar al fútbol cuando se rompió la rodilla. El 2 de marzo de 2024 sufrió una luxación de la rodilla derecha en un duelo frente al Real Madrid. Una lesión fortuita que dejó a los jugadores del Real Madrid impactados, manos a la cabeza y a los del Valencia entre lágrimas, incapaces de mirar la articulación desencajada de este francés, central aguerrido al que tan desafortunado trance ha apartado de los terrenos de juego durante 326 días.
Su reaparición el 26 de enero fue acogida, primero, entre aplausos. Cierto es que sólo jugó los últimos siete minutos de la goleada ante el FC Barcelona (7-1), pero incluso Montjuïc festejó su vuelta como si fuera la de un culé más. Con el retorno no sólo ganaba el Valencia, también el fútbol.
Ocurre que Diakhaby ha ido cogiendo peso poco a poco. Ya llegó a los 10 minutos ante el Celta en el triunfo che (2-1) y fue de la partida ante el Barça en otra goleada en contra (0-5) que, sin embargo, sirvió de test de fogueo para este zaguero que contra el Leganés jugó de nuevo para marcar, dejar seca a la delantera madrileña y, de paso, marcharse entre aplausos en el 58, cuando fue sustituido entre gritos de apoyo de un estadio que lo apoya y, a la vez, se apoya en él para creer.
Un 'fichaje' invernal
"Cuando he marcado se me ha pasado de todo por la cabeza. Desde mi familia, el inicio de la lesión... esto va por ellos, por mi familia. He sentido mucha emoción en el gol después de todo lo que he vivido. He escuchado los cánticos y saben que intento darlo todo. ¿La permanencia? Ahora mismo estamos bien. Llevamos tres victorias en los últimos cuatro partidos. Hay que seguir esta línea", insistió tras el triunfo frente al Leganés este futbolista acogido como un fichaje invernal más que además, regala alternativas a su entrenador.
Frente al Leganés, por ejemplo, se pudo ver a Mosquera ejercer de lateral derecho en lugar de central en un puesto que también el trajo suerte. El hispano-colombiano fue el otro futbolista que hizo el 1-0 y que alimento las esperanzas de evitar un descenso que, para el Valencia, sería algo más que la caída al infierno. Cabe recordar que no pisa la categoría de plata desde 1987.
De hecho, aquella fue la única excepción, porque desde 1931, el club no había estado en Segunda. Quinto equipo de España por ranking, los che solo tienen por delante a Real Madrid, Barça, Atlético y Athletic. Incluso el gran Sevilla de las últimas décadas no ha logrado adelantar a un equipo que ha ganado seis ligas y ocho copas. Un gigante entre gigantes que ahora lucha por la salvación. La resiliencia de Diakhaby invita a la esperanza.
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