- Directo Girona - Real Madrid
Cambian los jugadores, cambian los entrenadores (algunos de forma traumática), cambian las temporadas, pero una cosa se mantiene: el dominio de Walter Tavares. El pívot del Real Madrid confirmó en la Supercopa Endesa que sigue siendo uno de los jugadores más determinantes de Europa. Al menos en las zonas, no hay nadie que se le acerque. Lo disfrutan los blancos y lo padecen los rivales, sobre todo el Barcelona. Los dos grandes están condenados un curso más a pelearse por todos los títulos -al menos los nacionales- y el coloso es la mayor pesadilla azulgrana.
La presente temporada ha comenzado como terminó la anterior. En el último partido de la final de la Liga Endesa, el cuarto, el que dio el título al Madrid, Tavares hizo 25 puntos, 13 rebotes y 41 de valoración. Imparable durante toda la eliminatoria, se llevó el MVP con absoluto merecimiento. El domingo pasado, en la final de la Supercopa, volvió a aplastar al Barcelona con 24 puntos, 12 rebotes, cinco tapones y 40 de vaoración, récord del torneo. Por supuesto, también recibió el galardón de mejor jugador.
"Este título es bueno para el resto de la temporada", dijo Tavares, que de cara a esta temporada se ha propuesto "hacer las cosas lo mejor posible en defensa. Lo importante es trabajar atrás para estar en los partidos". Y Chus Mateo, su entrenador, alabó su gran labor durante el discurso en el vestuario de los campeones: "Hemos hecho un trabajado enorme defendiendo, cambiando, taponando... ¡Edy, has estado inmenso!".
Una jugada ejemplificó el dominio del pívot madridista. A falta de 30 segundos para el final de la prórroga, colocó un tremendo tapón a Sertac Sanli cuando lanzaba para intentar colocar el empate a 85. Nico Laprovittola fallaría el triple posterior y el rebote le caería a Gabriel Deck, que aseguraría el triunfo blanco.
Tavares llegó al Madrid en diciembre de 2017 después de la grave lesión de Ognjen Kuzmic. Los blancos necesitaban una torre y se fijaron en el pívot caboverdiano, cuya aventura en la NBA no había sido tan positiva como esperaba: 13 partidos en dos años entre los Hawks y los Cavaliers. El Barcelona le tenía atado de cara al curso siguiente, pero los blancos se adelantaron en una operación que cambió el panorama del baloncesto español y europeo.
Muchas parejas de baile
Desde su debut, precisamente en un Clásico que perdió por 80-84, su incidencia en el juego ha sido tremenda. Los rivales han tratado de combatirle por todos los medios sin demasiado éxito. En las últimas seis temporadas, el Barcelona le ha colocado numerosos pares: Pierre Oriola, Ante Tomic, Kevin Seraphin, Artem Pustovyi, Brandon Davies, Pau Gasol, Sertac Sanli y ahora se ha hecho con Mike Tobey y Jan Vesely, uno de los pívots más decisivos de Europa en los últimos años. Y eso sin contar a otros menos interiores como Aleksandar Vezenkov, Nikola Mirotic y Roland Smits y unos cuantos canteranos. Jugadores de muy distintos perfiles, más altos, más físicos, con buena mano para sacarle de la zona... No ha habido manera.
Si los azulgranas quieren por fin acabar con el ciclo del Madrid primero tendrán que derribar al gigante. Los blancos, que la campaña pasada penaron en los Clásicos, dieron la vuelta a la tortilla desde aquella semifinal de la Final Four en Belgrado. Desde entonces, contando ese duelo, el balance es de 5-1 para los blancos, siempre con títulos en juego. La temporada es larga y aún está amaneciendo, pero la sombra del coloso es alargada. Tavares sigue siendo una pesadilla para el Barcelona.
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