Los Thunder tiraron de arsenal interior para provocar el colapso de los Warriors, que no encontraron respuesta para frenar a los Ibaka, Adams y compañía. Ni siquiera los golpes bajos fueron suficiente para tumbar al pívot neozelandés, con una increíble historia tras de sí, que sufrió en sus carnes la potencia de Draymond Green en una acción fortuita que heló la sangre de todo el pabellón.
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