La imagen era todo un tratado de cancha. Diego Costa se retorca en el suelo despus de chocar con Medel y Simeone haca gestos a los suyos, hasta nueva orden, para que nadie se acercara hasta su compaero. El objetivo estaba cumplido. Otro rival desquiciado.

A los entrenadores les gusta disponer de un futbolista que sea el transmisor de su espritu en el campo. Diego Costa es Simeone de delantero. El delantero hace todo lo que le gustaba al centrocampista: toca, mira, choca, habla, desafa y arriesga. Simeone ya tiene el agitador que buscaba para cualquier compromiso. Sus partidos son 90 minutos en una sartn y el triunfo est en saber no quemarse.

Los dems estn para otras tareas. Si no, es tambin delicioso ver cmo Falcao rehye cualquier amago de trifulca porque el espinazo temperamental rojiblanco est dibujado. Lo que Luis Aragons llamaba pasillo de seguridad, en Simeone es el corredor de la raza. La correa empieza en Godn, pasa por Gabi y concluye en Diego Costa.

El ftbol sin ley de Diego Costa no es para la artesana, est dedicado a la tribuna, a la barriga del hincha que pide trozos de piel con gol en el csped. Es posible, casi seguro, que en un equipo de menor enjundia, historia, peso y personalidad, el delantero pasara ms tiempo en el Comit de Competicin.

La alegra del Atleti no tiene lmite. Simeone reina en la institucin y cuenta con un tipo que se pone su camiseta en el csped, Diego Costa.