El capitn Casillas 3930
lunes, 3 junio 2013, 16:13
Se ha marchado Mourinho, pero no el trincherismo. Un simple comentario te convierte en cmplice de la banda del chndal que ha gobernado el Madrid los ltimos tres aos o en el albornoz del portero-santo-mito que ha ocupado la meta blanca durante casi tres lustros. Ahora, en el horno se est cocinando el ambiente perfecto para que cada partido se convierta en un referndum sobre Casillas.
Iker no ha vivido una de sus mejores diez temporadas. La imagen del primer partido de la Liga recin acabada es ahora de premio. Tino Costa bombea un baln, Casillas sale mal, daa de un puetazo a Pepe y empata Jonas. A unos metros, Cristiano, antes de contarle al planeta que estaba triste. Desde ese momento, la campaa fue un thriller. Los protagonistas estaban juntos en el tnel del terror del Bernabu el pasado sbado, temerosos de que Mourinho, pegado a la pared, llevara la escoba escondida para atizarles.
El crepsculo de los dioses nunca es sencillo. Para Valdano fue fastidioso relegar a Butragueo y entregar su puesto a Ral. El Madrid encontr ah un delantero para quince aos. Mourinho, con menos elegancia, tacto y claridad, aparc a Casillas por Diego Lpez, un portero para quince partidos o quince meses.
Para Mourinho no hay jugadores especiales, el 'special' es l. En esas decisiones en las que exhibe su perfil demoniaco le da igual tumbar a un portero, a un santo o a un obispo. En medio de la tormenta, a un entrenador del Madrid hay que pedirle ms respeto con los smbolos y un gramo de inteligencia hacia el exterior. Tambin, en el captulo de obligaciones, a un capitn del Madrid hay que pedirle algo ms que una foto con un montn de pipas o colgar un monigote en Facebook.
En el tiempo de extremismos, la temporada de Casillas se inicia en la Confederaciones. El termmetro de la medicin siempre ser Mourinho. Si el portero lo hace bien, se demostrar que el tcnico era un diablo; si lo hace mal, la estampita del portugus crecer de tamao. Mientras el Madrid se desangra. El reto de Casillas es que el Bernabu vuelva a mirarle como un portero. Y de ah, al mito.