Sergio Rodrguez, en su punto 24345x
sbado, 3 diciembre 2011, 09:24 5wp6z
Jess Snchez. Foto: Jos A. Garca.
Es imposible no alinearse, de una manera u otra, en torno a la figura de Sergio Rodrguez. Cuesta no reparar en el base del Madrid y mucho ms dejar de tomar partido, de ah su nutrido colectivo de partidarios y detractores, gente con carnet del partido y una tenacidad terrible para defender su postura. A eso asciende el peaje de ser un jugador diferente, alguien muy difcil de encasillar. No hay trmino medio para los artistas como l, esclavos de la inspiracin, devotos de la filigrana. Puede que sean los jugadores ms maltratados por la crtica y al mismo tiempo resultan ensalzados en ocasiones de manera artificial, dependiendo del gusto de cada uno, de cmo circule el viento, de las modas o intereses, por amiguismo. Lo poco se convierte en mucho y al revs. Eso pasa con Sergio.
Quiz por todo esto los anlisis en torno al rendimiento del tinerfeo suelen ser en buena medida exagerados, tanto en la salud como en la enfermedad. Tras un inicio de temporada que pareca una sesin contina de la anterior, muy discreta y cuestionable, es hora de poner en valor su ltimo mes de competicin, posiblemente sus mejores minutos en el baloncesto en los ltimos aos, algo muy meritorio justo cuando existan ms dudas sobre los bases del nuevo Madrid.
Todo ha sido desmedido con Sergio. Tambin la actitud a la hora de enjuiciarle en los ltimos tiempos. Demasiados mitos y demonios en su mochila, mucha carga que otros no han llevado. McMillan empez a oler a azufre desde Espaa porque no le pona a jugar. Pecamos de actitud paternalista para un jugador an en formacin, que aterriz antes de tiempo en la NBA guiado por un sueo. Lleg el apoyo meditico cual calor de incubadora para el polluelo, los traspasos y cada nuevo equipo, Kings o Knicks, era el sitio donde por lgica deba explotar con algo ms de cario del jefe y minutos en pista. Sobraron urgencias y eptetos empalagosos.
Despus, ya de vuelta, se le conden por rendir poco con Messina. Me extraa que lo pidiera Ettore, aunque ese es otro asunto. Es un fichaje del Madrid, se deca. Entonces, pecamos de ingenuos. Lo sorprendente hubiese sido que mezclasen el agua y el aceite, y que lo hicieran en el seno de una olla a alta presin. Ms tarde se le exigi que, teniendo cartel NBA y cobrando de acuerdo a ese cach, fuese determinante en Europa. El delito fue ser tan optimistas. Sergio no era ese jugador. Cada verano se le reclam para la seleccin s o s, aunque otros bases estaban algo mejor y la realidad deca que 'El Chacho' (campen del mundo en Japn y decisivo en las semifinales del todo o nada ante Argentina) haba perdido su sitio por la fulgurante aparicin de otros o porque sus rivales por el cotizado puesto simplemente jugaban ms minutos en sus equipos. l apenas tuvo continuidad en Amrica. Pero Sergio tena que ir. Tanto compadreo le perjudic por aquello de las filias y las fobias. Se radicaliz la perspectiva con la que se le evaluaba.
Y lo nico que toca hacer ahora con el base madridista es dejarle en paz, confirmar su buen momento, disfrutar de su atractivo modo de interpretar el baloncesto, observar su crecimiento y madurez, celebrar que le haya cogido el punto a su oficio otra vez sin tener necesidad de hacer genialidades cada tarde y tratarle como uno ms, con sus virtudes y sus defectos, porque desde el prisma de la normalidad se le distinguir. Tiene mucho talento y contina disfrutando como un nio con su profesin. Est en un buen sitio para lucirse y goza de un gran contrato.
La confianza corre por cuenta de Pablo Laso, el entrenador que le ha recuperado ponindose en su pellejo de base. El gran mrito ha sido aportarle consistencia y regularidad a su juego, privarle de sus eternos altibajos, saborear sin muecas la salsa que implica Sergio, asumirle como es y no ponerle diques. Dejarle ser. El colofn a las constantes pinceladas de los ltimos encuentros, anotando, asistiendo y dirigiendo al equipo blanco, fue el gran cuadro que pint en Miln, en un partido de primer nivel en la Euroliga. Para el baloncesto espaol es extraordinario tenerlo de vuelta.