Llegó la alta montaña a la Dauphiné. Madeleine, Mollard y Croix de Fer. Tres colosos de las alturas que ponen al ciclistas en su sitio. Y más si tu rival es el campeón del Tour de Francia. Un dictador de la bielas que cuando la carretera se empina no deja opción alguna a sus rivales. Como ha hecho hoy Vingegaard en Croix de Fer. Demostrando, a menos de un mes, que quiere repetir triunfo en la Grande Boucle.
Amaneció tranquilo en Porte de Savoie. Sin nubes, soleado y buena temperatura. Alicientes perfectos para la batalla. En la Madeleine INEOS quiso coger protagonismo y decidió poner ritmo. A Jumbo no le importó y dejó a los británicos que acercasen el pelotón a la escapada, formada esta vez por once corredores, entre ellos un ya recuperado Victor Campenaerts que aguantó en solitario hasta la base de la Croix de Fer. Lugar donde comenzó la batalla.
Vingegaard, muy por encima del resto
Jumbo Visma, que fue endureciendo la carrera desde el Mollard, siguió con Van Baarle, Benoot y Valter asfixiando al pelotón en la Croix de Fer hasta dejar a todos los rivales de Vingegaard aislados de sus compañeros. Momento en el que el danés a falta de 5 kilómetros de meta con un baile de bicicleta se marchó en solitario.
Yates hizo un tímido intento de seguir la rueda de Vingegaard, pero rápidamente vio que era misión imposible. Prefirió poner su propio ritmo y minimizar pérdidas. Al fin y al cabo su pelea estaba por detrás con el resto de rivales de la general.
O'Connor, Hindley, Bernal, Carapaz, Carlos Rodríguez, Haig, Alaphilippe y Martin. Todos grandes nombres. Todos sufrían y a cada kilómetro que pasaba la diferencia entre grupos era cada vez mayor. Al final Vingegaard entraba en solitario aventajando en 43 segundos a Yates y en 52 a Hindley, segundo y tercero en el día de hoy. Demostrando así la brutal diferencia que existe actualmente entre el Pogacar y Vingegaard con el resto de sus rivales.