Pogacar, ganador en 2021, y Vingegaard, el amarillo
No hay cosa más atractiva en el deporte que una rivalidad. En medio del panorama más fascinante del ciclismo mundial en muchísimos años, tras una temporada de constantes fogonazos, la llegada de julio arrastra el Tour de Francia, la carrera de las carreras, que en esta edición es Kinshasa sobre el asfalto en lugar del ring: Pogacar contra Vingegaard. Es la tercera entrega, pero la primera en la q
ue ambos ciclistas lucen un cinturón de campeones: el esloveno, con los amarillos de 2020 y 2021; el danés es el defensor del título. Son los líderes, además, de los dos equipos más potentes del panorama mundial: UAE y Jumbo-Visma.
El éxito de esta secuencia, del gran pulso del verano, depende, principalmente, de la muñeca de Pogacar, renqueante desde la caída en la Lieja. Si se ha recuperado, cada etapa será un Vietnam entre ambos. Su trayectoria hasta que besó el cemento había sido brillante:
Amstel, Flecha Valona, Tour de Flandes, París Niza...
Una primavera a lo
Eddy Merckx
.
Vingegaard
está en forma. Ha ganado y con enorme autoridad el
País Vasco y el Dauphiné -también O'Gran Camiño en Galicia-
, que es como triunfar en los Globos de Oro previos a la ceremonia de los Óscar. El año pasado abandonó el papel de Frazer para ser el gran campeón. Se diría que es hasta un poco más favorito que Pogacar porque es un corredor impermeable.
Da la sensación, y por primera vez en años, que la carrera que comienza en Bilbao este sábado tiene las dos primeras plazas adjudicadas de antemano si no median caídas u otros contratiempos. Todo lo que acontece fuera de esos dos ecosistemas, que lo de escuadras en
Emirates y Jumbo
se queda pequeño, parece no contar.
Este ilusionante panorama es antagónico al planteamiento inicial sobre el ciclismo español. El pelotón nacional serán 14 ciclistas, un número sensiblemente superior a los nueve de 2022 cuando se tocó fondo.
Es fácil mejorar el papel del año pasado, cuando no se metió un corredor en el top 10, que no pasaba desde la era pre
Puy de Dome
, cuando aquella cronoescalada de Ángel Arroyo y Perico Delgado abrió la modernidad del ciclismo español. A lo que menos se puede aspirar es a un triunfo de etapa, que no acontece desde 2018 con Omar Fraile. Esa sequía también aboca a aquel triunfo del
Reynolds
en el histórico, que puso fin a cuatro ediciones sin mojar, como ocurre ahora.
Con
Mas y Landa
como corredores para estar delante en general, lo más esperanzador es el debut de
Carlos Rodríguez.
La forma de correr del de Almuñécar pega mucho para acabar con la siesta veraniega.
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