Hay derrotas que marcan a un equipo y la de Colombia ante Argentina en la final de Copa América ha sacado a la luz la peor versión de la tricolor en estos meses. Los números son reales y dan para preocuparse. Desde la caída en Miami, la Selección encadena tres derrotas, un empate y tan solo dos victorias en casa. Una de ellas, la de la 'revancha' ante Argentina que sirvió como anestesia antes de los duros golpes que ha recibido en las dos últimas fechas dobles.
Colombia empezó esta fecha de Eliminatorias, la última del año, segundo en la tabla de posiciones y con sensaciones de ser el mejor equipo del continente tras Argentina. El tropiezo ante Bolivia podía haber servido como una primera alerta, pero la goleada posterior ante Chile, penúltima en la clasificación, apaciguó las críticas a un equipo que ya no mostraba el mismo juego fluido y la solidez defensiva.
Transcurridas estas dos fechas, las alarmas han saltado. Colombia ahora es cuarto en las Eliminatorias. Dos derrotas frente a dos rivales directos han dejado muy tocado a un grupo que además parecer no saber encajar los golpes, a tenor de lo visto en la zona mixta posterior al duelo contra Ecuador. La mejor noticia, a fin de cuentas, es este parón hasta marzo para recolocar las fichas de una Selección que se convirtió en uno de los equipos más temibles del continente.
Y es que son varios los síntomas de un equipo que en estos momentos está muy lejos de su mejor versión. Errores puntuales y otros de funcionamiento que han llevado a que Colombia atraviese actualmente la peor crisis en la era Lorenzo y un bache importante en su camino al Mundial 2026.
La falta de gol de los delanteros
El eterno mal que ha tenido la Selección en la era moderna. La sombra de Falcao es larga, y ningún delantero ha ocupado camiseta con el nueve a la espalda como lo hizo el Tigre en su gran época. La lista es larga: Bacca, Borja, Duván Zapata, Santos Borré.... El último en unirse a ella es un Jhon Córdoba al que le ha pesado en exceso la responsabilidad. Los fallos en los partidos ante Bolivia y sobre todo este último ante Ecuador lo han puesto en el punto de mira. Hay partidos que crucifican a ciertos jugadores y el último protagonizado por Córdoba puede convertirse en imperdonable para él.
Detrás aparece la figura de Durán, como un gran proyecto de delantero al que solo su actitud petulante puede frenarle. En la Selección tendrán que saber trabajar a un jugador que demuestra grandes virtudes, pero que se ha acostumbrado malamente a esas reacciones fuera de lugar.
La ausencia de Lerma
Para nada es un secreto que Lerma se ha convertido en el eje y pieza fundamental de este equipo de Lorenzo. El encargado de dotar de equilibrio y orden a un conjunto que lo pierde totalmente cuando no está el volante del Crystal Palace. Lerma mantiene en tensión al equipo y hace mejores a sus compañeros. Es quizá además esa figura de líder en la sombra al que todos echan de menos cuando no está. A esta sensación lo acompañan los números. Colombia ha perdido dos partidos en los que no ha estado Lerma para soportar al equipo. Portilla, el as en la manga que se sacó Lorenzo para estos dos encuentros, ha mostrado destellos pero la falta de experiencia al final le ha podido jugar en su contra.
El bajón de Jhon Arias y Richard Ríos
Este punto encaja con el anterior. Arias y Ríos son mejores volantes con Lerma cubriéndoles las espaldas. Pero también es cierto que los dos han bajado su nivel en los últimos encuentros. Más llamativo es el caso del jugador de Palmeiras, que se hizo con un hueco en el once de Lorenzo gracias a la versatilidad que aportaba con sus movimientos. Fue evidente ante Ecuador que ha perdido esa frescura, con varios errores en la entrega y otros momentos en los que prefería pedir la pelota al pie en lugar de buscar el espacio con sus desdoblamientos. Jhon Arias también parece estar sumido en este atasco mental que tiene ahora el equipo. El de Fluminense ha perdido fuerza en su llegada al área, una de sus principales virtudes, y no ha aportado un solo gol ni asistencia desde la final de Copa América.
Las distracciones en momentos precisos
Puede que sea uno de los puntos clave de estas derrotas. Las tres han llegado en momentos precisos en los que Colombia ha perdido la concentración en el partido. Errores puntuales que han terminado por costar muy caros. El gol de Bolivia en el Alto llegó de una jugada aislada. Ante Uruguay, se perdió incomprensiblemente en el último segundo del partido. Y contra Ecuador, un error en un pase atrás de Ríos tras saque de banda acabó en el golazo de Enner Valencia. Son ya repetitivas estas situaciones en las que Colombia echa a perder un partido que parecía tener controlado por errores inoportunos de desconcentración. Vale aclarar también que contra Ecuador no fue solo un fallo inoportuno, el equipo recordó malos vicios de la época de Rueda, salió más dormido que su rival en el comienzo y fue incapaz de darle vuelta a la situación aún estando con un jugador más la mayor parte del encuentro.
La frustración encarnada en Luis Díaz
De todos los jugadores de la actual Colombia, hay uno que encarna perfectamente esta desesperación y frustración. Luis Díaz parece tener una losa encima demasiado grande. Incluso da la sensación que es él mismo el que se carga esa presión. Lo cierto es que no es el jugador vertical que se ve en el Liverpool. Con Colombia siempre está enredando, tirando el uno contra uno en zonas donde debe ser más eficaz y simple. Su rostro angustiado muestra esta impresión un partido tras otro. Al extremo le cuesta driblar a sus rivales y encontrar su zona de influencia. Su aporte en números tampoco es el que se espera de él. El delantero sumó un tanto salvador en Perú, que significó el empate, y otro ante Chile.
La solidez defensiva
El aspecto que había dominado hasta ahora esta Colombia parece haberlo perdido sobre todo en estos dos últimos encuentros. Contra Uruguay, fue más obvio en dos jugadores que hasta ahora habían tenido una actitud impecable, Davinson y Daniel Muñoz. Ambos cometieron errores en defensa. El lateral estuvo desbordado, y le costó frenar una y otra vez las cometidas por su banda de los uruguayos. Pero al central del Galatasaray también se le vio superado por el encuentro. En la primera mitad contra Uruguay provocó una ocasión clara de Araújo tras salir mal y a destiempo en una presión. En la segunda confirmó su fatídica noche con la mala suerte del gol en propia que le dio el empate a Uruguay. Los dos fueron precisamente dos de las mejores armas de Colombia en la Copa América y es fundamental recuperar su confianza.
A esto se suma el gol en el partido contra Ecuador, en el que vio una pasividad notoria de varios defensores mientras Enner Valencia fue dejándolos atrás para convertir una jugada maradoniana. Davinson salta tarde al cruce y el resto muestran poca agresividad ante la incursión sin oposición del delantero ecuatoriano.
El manejo de campo de Néstor Lorenzo
Lo que todo eran elogios para el seleccionador que había devuelto la ilusión por el equipo en el país, ahora son críticas. Y no se puede negar que el entrenador también tiene su cuota de culpa en estas últimas derrotas. El manejo de campo de Lorenzo no ha sido el más idóneo. Contra Uruguay tardó bastante en dar recambio a jugadores que parecían ya estar desgastados. Su única solución táctica fue recurrir a Yerry Mina en el atque para buscar los balones por alto y sacar a un Carlos Gómez a la guerra en un momento de máxima necesidad. Y es que aunque el gol del delantero del Stade Rennais pudo salvarle, el tanto final de Uruguay no escondió su falta de recursos para encontrar soluciones.
Contra Ecuador más de lo mismo. Lorenzo optó por dos enganches, en lugar de abrir las bandas contra un rival encerrado. Y por supuesto le tembló la mano para mandar a la banca a un líder como James cuando eran evidentes sus problemas físicos. Nadie duda de su manejo de grupo y su ascendencia sobre una plantilla que cree en él, pero se ha notado su falta de respuesta táctica cuando el partido lo ha demandado.
