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Desde hace unos días se está extendiendo un movimiento que algunos en un principio considerarían como una simple trastada de adolescentes, pero que en realidad no tiene nada de gamberrada. Se trata de poner el cartel en el que aparece el nombre de la población boca abajo. Con sumo cuidado, porque quienes lo hacen desatornillan la plancha horizontal de su soporte, le dan la vuelta y la vuelven a atornillar para que quede bien sujeta.
Cataluña rural
El fenómeno está cundiendo en Cataluña. Pero no en las entradas a las grandes urbes, sino en los pueblos de la Cataluña rural. Y quienes se están encargando de cambiar estos letreros son los agricultores de estas localidades, que siguiendo una acción propuesta por Revolta Pagesa han querido visibilizar de una forma original (y hasta simpática) su hartazgo al no ver cumplidas las promesas que les hicieron.
Detrás de este cabreo está la falta de ayudas recibidas por parte del gobierno catalán para paliar las consecuencias de la sequía y el aumento de los costes de producción. Pero los agricultores también se quejan de que les prometieron reducir el papeleo para hacer distintos trámites y pedir las ayudas, lo cual no se ha cumplido.
Por ello han pedido la colaboración de los ayuntamientos con el fin de que estos mantengan los carteles boca abajo en señal de protesta, al tiempo que anuncian movilizaciones 'más serias' si se les sigue dando de lado.
Origen en Francia
Esta inofensiva forma de protesta no ha nacido en realidad en España, sino en Francia. Allí, desde 2023 existe un movimiento llamado On marche sur la Tete (vamos de cabeza) que aún sigue vigente y trata de evidenciar las dificultades a las que se están enfrentando los agricultores debido a la subida del precio del gasóleo, la obligación de usar menos productos fitosanitarios y la burocracia extenuante.