PORSCHE

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El Porsche de 1,5 millones de euros que iban a tirar a la chatarra

Su dueño, un rico heredero de una cadena norteamericana de supermercados, lo iba a echar al desguace después de que lo estrellaran en Portland contra un coche de Policía.

El coche lleva en la actualidad el motor de un Porsche 910.
El coche lleva en la actualidad el motor de un Porsche 910.Broad Arrow.

Hay veces que el paso del olvido a la gloria depende de un simple detalle o de un encuentro casual. Así le sucedió al protagonista de esta historia, un Porsche condenado a priori a permanecer en un desguace hasta su destrucción, pero que alguien con amor por el automóvil y mucha visión supo recuperar y convertirlo en lo que es hoy: uno de los coches que se pagan por cifras millonarias.

Broad Arrow.

Se trata de un Porsche 906, un coche creado en 1966 por la marca alemana para competir en las carreras más exigentes del mundo. El coche contaba con un motor de seis cilindros bóxer de 2,0 litros heredado del 911, pero potenciado hasta los 210 CV (a 8.000 rpm) gracias a los carburadores triples Weber IDA 46 3C y a detalles entonces tan inimaginables como las bielas de titanio y la caja de cambios con numerosos componentes de magnesio (todo lo cual ahorraba peso).

Carrocería de fibra de vidrio

El chasis era una sencilla estructura tubular al que se adhería una carrocería de fibra de vidrio muy liviana, y este bajo peso, sumado a la potencia del motor y la soberbia aerodinámica, lo convirtieron en un paso necesario hacia los posteriores Porsche 917, quizá los coches de carreras más bellos del mundo y en su época los dominadores incontestables en Le Mans.

Broad Arrow.

En 1966, cuando el 906 llegó al mercado, se aupó a los primeros puestos en las 24 Horas de Daytona, las 12 Horas de Sebring, los 1.000 km de Monza y la Targa Florio. Y aquellos triunfos llamaron la atención de Earle M. Chiles, un 'niño bien' que vivía en Beaverton (Oregón, Estados Unidos) y que, con el dinero de la cadena de supermercados Fred Meyer que había creado su padre, había montado el equipo de carreras Rapids Inc.

Demasiado dañado... o no

Chiles encargó este 906 y sus pilotos (Wright, Fisher y Lovely) consiguieron algunos puestos meritorios a sus mandos, como el séptimo lugar general (y tercero de su clase) en las 500 millas del Road America de 1966. Sin embargo aquel sueño de seguir cosechando triunfos llegó a su fin muy pronto, ya que en la Portland International Race, celebrada a principios de 1967, Fisher estrelló el flamante Porsche 906 contra un coche de policía que no sabemos qué hacía donde no debía. El Porsche acabó muy dañado en su parte delantera e imaginamos que Chiles debió negar con la cabeza al verlo llegar en un camión, porque consideró que el daño era muy grande para repararlo. Si nada lo remediaba, aquel 906 estaba condenado al desguace.

Broad Arrow.

Sin embargo, por suerte estaba por allí un hombre llamado Monte Shelton, que además de ser piloto se dedicaba a vender coches deportivos en Portland. Shelton lo vio y, teniendo recursos y experiencia para restaurarlo, se lo compró por un precio que no conocemos, pero que debió ser de auténtico saldo.

En la reparación meticulosa se aprovechó para pintar la carrocería en azul, en lugar del blanco con el que había venido de fábrica, y se iniciaron los trámites para matricularlo, recibiendo una placa de Oregón.

De mano en mano

En 1970 el coche se volvió a vender ya reparado a un hombre llamado Robert Harmon, de California, que lo devolvió al mundo de las carreras. Cinco años más tarde pasó a un hombre llamado Chuck Stoddard, de Ohio, quien ya empezó a considerarlo más como un coche de colección que como un coche para correr, y a finales de los años 80 regresó a Europa para formar parte de la colección Maranello Rosso, del millonario Fabrizio Violati.

Broad Arrow.

Hace solo tres años regresó a Estados Unidos, y en la actualidad está en venta. Al mejor postor, porque se va a encargar de su salida al mercado la casa de subastas Broad Arrow Auctions este 16 de abril. Eso sí, no lleva su motor de origen, sino uno del más evolucionado Porsche 910, que equipó motores de hasta 275 CV. Se espera que alguien pague entre 1,41 y 1,67 millones de euros. Nada mal para un coche que estuvo a punto de acabar en un desguace perdido de Norteamérica.

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