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Con la misma ilusión con la que se presentó el 27 de diciembre de 2011 y con idéntica responsabilidad (“es enorme, pero no me asusta, me entusiasma”, aseguró) a la que asumió cuando acudió al rescate de un Atlético ante el que sobrevolaban de nuevo los fantasmas del descenso a Segunda. Así sopla hoy 55 velasSimeone, sin el más mínimo síntoma de agotamiento pese a que ya son 13 años cambiando la historia de la entidad hasta situarla en una dimensión inimaginable. Al contrario, sigue rebosando energía en su afán de continuar liderando el imparable crecimiento del club. De ahí que su día a día empuje más a seguir agrandando su leyenda que a un adiós al que nadie en el Metropolitano desea enfrentarse.
Empezando por un Gil Marín dispuesto a llegar hasta su último día como consejero delegado de la mano del entrenador que ha conseguido arrebatar dos Ligas, una Copa, una Supercopa de España y otra de Europa a Real Madrid y Barcelona (además de dos Europa League y otra Supercopa continental que elevan su palmarés a ocho títulos), del hombre que con su clasificación sistemática para la Champions ha permitido quintuplicar prácticamente el presupuesto (de los apenas 100 kilos de 2012 a los 459 actuales) y abordar sin riesgos el traslado desde el Calderón al Metropolitano y, en definitiva, del máximo responsable de que sea el Atlético uno de los dos representantes españoles en el primer Mundial de Clubes de la historia.
De ahí el compromiso alcanzado hace año y medio para que El Cholo siga al frente hasta 2027. Se espera que para entonces ya con la Ciudad del Deporte culminando el crecimiento institucional impulsado por los éxitos deportivos. Sin embargo, para cuando el máximo dirigente decida dar un paso al lado, la joya de la corona para potenciales compradores apunta a seguir siendo el entrenador más laureado en 122 años, tan símbolo como el escudo.
Conexión total con el vestuario y los dirigentes
Ni las etiquetas y críticas con las que siempre ha tenido que convivir, ni las dos finales de Champions perdidas de manera agónica ni el desgaste de los 13 años ejerciendo como el máximo responsable, para bien y para mal, de todo en el Atlético, han minado en absoluto la manera que Simeone tiene de sentir el rojiblanco. Su conexión con el vestuario y con los dirigentes es total y su pasión sigue intacta, como el amor al club que manifiesta en cada comparecencia. De ahí que, independientemente de que se le hayan escapado los tres títulos que ha llegado a acariciar en este curso (los compitió muy bien y sólo sucumbió ante Barça y Madrid), divisa el horizonte imaginando nuevos desafíos.
De hecho, implicado como pocos en la llegada de Julián Alvarez el pasado verano consciente de que tiene todas las condiciones para convertirse en el jugador franquicia del Atlético en los próximos años, Simeone aparece como el más entusiasmado para recorrer ese ilusionante camino unidos. Por eso se entiende que el próximo mercado ha de servir para dar continuidad a un proceso de regeneración del plantel como los afrontados tras el fin de la vieja guardia del Cholismo o en 2019, cuando tuvo que reponerse al adiós de una tacada de Godín, Griezmann, Rodrigo y Lucas.
Señales todas que invitan a pensar que las ocho renovaciones que han ido ampliando su compromiso hasta 2027 puedan tener, llegado el momento, posible continuidad. Más aún teniendo en cuenta que, además de leyenda, su sentido de pertenencia convierte al Cholo en el primer hincha.
Un paso por delante de las eras de Ferguson y Wenger
Pese a que aún está lejos de igualar los 27 años que Alex Ferguson estuvo al mando del Manchester United y los 22 que Arsene Wenger dirigió al Arsenal, Simeone marcha por el buen camino hacia la eternidad como uno de los técnicos más longevos del planeta. De hecho, a sus 55 primaveras supera la precocidad de ambos, pues el escocés alcanzó sus 13 primeros temporadas en Old Trafford a sus 58 años, mientras que el francés hizo lo propio en Londres a los 60.
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