La mano está separada del cuerpo, ocupa un espacio en posición que no es natural, intercepta la jugada del rival y todo lo que se nos pueda ocurrir dentro del catálogo completo de majaderías con que suelen marear al personal los exégetas arbitrales. El futbolista, Tapsoba en este caso, está dentro del área. O sea, es penalti. Y como lo comete un jugador del Bayer, es penalti a favor del Atlético. Se da por bueno que don Michael Oliver, colegiado a la sazón, no lo haya visto por lo que sea, pero desde hace tiempo eso ya no sirve como excusa: se supone que la tecnología revisa cada acción.
Pues tampoco. Nones. Nada tienen que decir Chris Kavanagh, árbitro asistente de video, ni Stuart Attwell, asistente del árbitro asistente de video. Quizás otro gallo cantaría si hubiera un asistente del asistente del árbitro asistente. Pero no lo hay. Así que el Atlético se queda con un palmo de narices, consciente como es del escándalo, consciente también de que aún duele más la decisión considerando la importancia que puede tener un pena máxima durante un partido en el que apenas están sucediendo cosas. Es la Champions y es la UEFA, amigos. Si te he visto, no me acuerdo...
Sucede sobre el ecuador del primer acto, cuando el Atlético se siente cómodo en un BayArena que aprieta lo justo. La primera instantánea del partido se la lleva antes Nahuel Molina con un caño que le tira Hincapié y que reclama la intervención posterior de Hermoso ante la amenaza de Hlozek, pero enseguida queda claro que el único futbolista dispuesto a saltarse el guion de la función es Joao Félix. Mejora todos los balones que le llegan, pero eso primero le llevará a pelearse contra el mundo, escaso de socios como anda, vaya usted a saber dónde se mete Morata, definitivamente en su versión melancólica, y después a probar el césped con cierta regularidad. Ya que no puede por lo civil, el equipo local va a parar al portugués por lo criminal.
Al descanso se llega con apenas dos disparitos a puerta, repartidos además, uno del citado Joao y otro de Diaby, pero con la sensación de que ni Hradecky ni Grbic han tenido tarea como tal. Sí, Grbic, porque Oblak no está. Es martes sin 13. La reanudación deja inmediatamente la primera ocasión como tal. Tremenda, por otra parte. Con Morata por los suelos y Felipe cometiendo uno de los escasos errores de la noche, Schick topa con el larguero y Hlozek con el poste del tirón. Parece que el Bayer se suelta pero el Atlético consigue resistir el primer envión.
Y llega la hora de juego, y con ella la aparición de Griezmann. En este caso acompañado por Carrasco. Conviene quedarse con el detalle de que el belga sustituya a Reinildo, decisivo un rato después. A corto plazo, no. A corto plazo mejora el aspecto rojiblanco a partir de la asociación. Pero son fuegos de artificio que apenas dan para que De Paul pruebe suerte desde la frontal. Cuando Simeone agote el carrusel con Cunha y Correa aún será peor. Porque tiene mucho más impacto un solo cambio de Seoane que los cinco que hace su colega. La aparición de Frimpong revienta el partido definitivamente. Suele desempeñarse como lateral, pero esta vez se luce como extremo.
Felipe ya ha sacado una inverosímil a Schick y Kossounou ha repetido viaje al palo con un remate a la remanguillé. Las oportunidades siguen siendo del Bayer digan las sensaciones del juego lo que digan... y el boquete que abre la ausencia de Reinildo toma forma como tal cuando el citado Frimpong deja atrás a un Hermoso sin ayudas y sirve para que por fin emboque Andrich. Con el Atlético por los suelos ya, otra contra, ésta de manual, valdrá el segundo de Diaby. Lógicamente, Grbic es el que encaja uno y otro. Entonces sí, entonces el míster local hace el resto de sustituciones del tirón. De aquella mano casi nadie se acuerda en un estadio dado a la fiesta, ya veremos si de aquella mano no hay que acordarse en un futuro...