Cristiano siempre ha sido muy de bracear, de poner cara de no haber ido al baño en tres días cuando las cosas no marchan bien en el césped. Anoche desplegó toda su colección de muecas en el Metropolitano, incontenible en la gestualidad, entre la rebeldía y lo infantiloide.
El gentío, que le tenía tomada la matrícula por los viejos tiempos, aprovechó para hacer chufla sobre quien antes infundilt;div class='hidden-content signwall'>
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