FUTBOL
Granada

Abascal, de La Masía al banquillo de Los Cármenes

El sevillano abandonó de forma prematura el balón para iniciar su carrera como técnico

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Actualizado

Para Guille Abascal, nuevo técnico del Granada, los caminos asfaltados y los viajes programados nunca han sido una opción. Al sevillano siempre le ha gustado transitar por atajos inexplorados, siguiendo su instinto, una convicción que le llevó a aparcar una prometedora carrera como futbolista para coger una pizarra y lanzarse sin red al mundo de los banquillos.

Con un talento innato para jugar al fútbol, Abascal aterrizó en La Masía para labrarse un futuro sobre el césped, pero el hispalense pronto descubrió que el balón no le llenaba y sus inquietudes le conducían hacia otros terrenos, fuera de la línea de cal.

A pesar de su juventud, Abascal tomó la valiente decisión de colgar las botas, renunciando a un universo paralelo en el quizás hubiese compartido vestuario con Messi y celebrado títulos como azulgrana.

Pero Abascal nunca miró atrás y, tras sus primeros escarceos con los banquillos durante su Erasmus en Portugal, regresó a su Sevilla natal para recalcular la ruta, iniciando su andadura en la cantera del Pizjuán, donde absorbió conocimientos y enseñanzas de manera compulsiva, empeñado en ir quemando etapas de forma anticipada.

Lejos de acomodarse y esperar paciente su oportunidad, Abascal buscó nuevos retos, hizo el petate y junto a su equipo se marchó a Suiza para probar suerte en el Chiasso, una primera experiencia enriquecedora que le sirvió como trampolín para tomar las riendas del Lugano, ya en Primera División.

Billete de vuelta

Suiza fue una parada más y Abascal no dudó en volver a empezar de cero, esta vez en Italia para coger el timón del conjunto Primavera del Ascoli, club donde posteriormente también tuvo la oportunidad de dirigir al primer equipo. En el país transalpino, el sevillano se empapó de ese fútbol táctico del Calcio, moldeando su estilo como preparador.

Sin miedo a lo desconocido, Abascal se sumergió en el fútbol griego para dirigir durante diez encuentros al Volos, experiencia previa a su regreso a Suiza para comandar a un histórico como el Basilea. Su periplo no se detuvo ahí y Abascal siguió acumulando millas aéreas, en esta ocasión para volar hasta Rusia y asumir la dirección de otro club con solera como el Spartak de Moscú, destino en el que consiguió protagonizar una primera temporada notable a la que no le pudo dar continuidad en su segundo curso al frente del cuadro moscovita.

Con los deberes hechos y sobradamente preparado a sus 35 años, Abascal regresa a España para entrenar al Granada y añadir un nuevo reto a su currículum, al que dentro de unos cuantos meses espera poder incluir un ascenso a Primera con el conjunto rojiblanco.

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