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El Málaga actual no se entiende sin Sergio Pellicer. El actual entrenador blanquiazul cumplió su partido número 150 al frente del primer equipo en El Molinón. Lo hizo ganando 1-3 y yéndose de vacaciones con el 60% de la permanencia en el bolsillo. Un entrenador que es muy querido por el vestuario, tanto es así que hubo bromas y vacile para el de Nules en el viaje de vuelta donde los futbolistas le vacilaron cariñosamente en redes sociales de manera espontánea. Pellicer repasa su periplo en el equipo del Málaga en una entrevista homenaje que el club ha querido hacerle por estos 150 partidos.
Como muchos de sus futbolistas, Pellicer comenzó en las categorías inferiores del conjunto de Martiricos. Así lo recuerda el entrenador, que no olvida sus inicios en el campo de La Virreina, en una barriada muy cercana a La Rosaleda. “Llegué desde la cantera, a conocer otra metodología. Con mi mujer y mi hija pequeña. A partir de ahí se fue fraguando un sentimiento que tiene hasta un punto obsesivo. Todos los días paso por el campo de La Virreina con el coche. Incluso doy la vuelta para hacerlo. Paro un momento y me quedo mirando siempre... y recuerdo. Tengo mucha hambre y un cuerpo técnico que hace muchas horas”, explica el preparador.
Todos los días paso por el campo de La Virreina con el coche. Incluso doy la vuelta para hacerlo... paro un momento y me quedo mirando siempre... y recuerdo
En este homenaje del Málaga, Pellicer también ha querido rendir su propio homenaje a su cuerpo técnico. “A Manolo (su segundo entrenador) lo quiero como un hijo, es el hijo que yo no he tenido. Va a ser un gran entrenador en el futuro, lo tengo muy claro. Julio vino conmigo desde abajo. Lizana también estuvo en el filial. Juan es uno más de la familia. Se generan unos vínculos tremendos. Somos gente que queremos al Málaga y eso no se compra, se transmite”, sentencia el técnico blanquiazul.
Pellicer recordaba su llegada a Málaga en los noventa y también pedía cómo le gustaría que le recordasen en un futuro los aficionados del club costasoleño. “Mi primera jugada en La Rosaleda, pasó el balón, pero no el rival. Ahí me apodaron ‘El Torito’. Era la primera vez que salía de mi casa. Me gustaría que me recuerden como un malaguista más. Un malaguista que sufre, disfruta y tiene sangre blanquiazul. La clave es que me recuerden por dar lo mejor por mi parte”, finalizaba el entrenador blanquiazul.
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