El Rayo Vallecano vuelve a competición europea 25 años después. Los de Iñigo Pérez no pasaron del empate en casa ante el Mallorca, con un excelso Greif que las sacó de todos los colores, pero jugarán la tercera competición del Viejo Continente: la UEFA Conference League.
Con Vallecas vestida de gala para la ocasión, los de Iñigo Pérez empezaron agarrotados, voluntariosos pero imprecisos ante un Mallorca que no tenía nada que perder y que salió muy bien plantado sobre el verde. La grada no paraba de animar y estalló a los 10 minutos, pero con un gol que se produjo a poco más de 10 kilómetros de allí: el de Mayoral en el Coliseum.
Aquello ponía a los de la franja en Europa League y ‘tranquilizaba’, en cierto modo, el asunto para un equipo que, poco a poco, fue reactivándose y cogiendo el tono al partido. El Rayo encajonó a los bermellones contra el área de Greif, quien sacó dos buenas manos a Isi y a Unai López en las dos más claras de los de Iñigo, pero no las únicas.
El colegiado señaló el tiempo de descanso y la sensación que sobrevolaba el recinto de la Calle del Payaso Fofó era la de que habían merecido mucho más. Y era cierto. Isi, Álvaro, De Frutos y compañía acabaron los primeros 45 como motos, dispuestos a acelerar a fondo y llegar a la meta lo antes posible tras volver de vestuarios.
Eso sí, el segundo acto comenzó con susto tremendo en un córner al minuto de iniciarse, con un cabezazo de Muriqi en el área pequeña que remató mordida Domenech cuando tenía todo para abrir la lata. Después siguió la tendencia previa y con el mismo protagonista: un inconmensurable Greif que privó del primero a Álvaro y luego a Isi con una doble parada brutal minutos después.
Pasaron los minutos y la grada festejó otro gol a la hora de partido: el del Alavés ante Osasuna… pero en el barrio no había manera. De Frutos volvió a perdonar en el mano a mano mandando la pelota fuera tras un gran pase de Pedro Díaz y la calma tensa se apoderaba de los presentes conforme avanzaba el reloj. Más todavía viendo a Greif en modo súper héroe con otra mano de otro planeta a Lejeune en un córner y otro bloqueo a bocajarro a un desesperado De Frutos.
El final acabó siendo feliz... y sufridísimo. Osasuna empató en Vitoria al filo del 90, y un segundo hubiese dejado a los madrileños con la miel en los labios. A pesar de todo, el barrio acabó con fiesta mayor por lo conseguido y tras estar varios minutos pendientes de lo que sucedía en Mendizorroza.
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