FUTBOL
Real Madrid

Triana, el primer gran golpe de Bernabéu

Don Santiago explicaba que su primera gran operación fue convencer a la estrella rojiblanca para que fichara por el Real Madrid

Ramón Triana (1902-1936)
Ramón Triana (1902-1936)ARCHIVO MARCA
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De la mano de Santiago Bernabéu llegaron al Real Madrid fichajes que cambiaron la historia del club. A la cabeza de todos, Alfredo di Stéfano. Eso aconteció en 1953. Pero muchos años antes, en el verano de 1928, logró un refuerzo al que don Santiago siempre dio un valor especial. El de Ramón Triana (1902-1936).

Bernabéu estaba aún lejos de ser presidente del Madrid, pero era una figura dentro de un club en el que había ingresado en 1910. Fue de todo: jugador, entrenador de jóvenes jugadores, ojeador, directivo... Un apasionado del fútbol que había decido entregar su vida al deporte que amaba.

Años después de lograr la firma de Triana, al que se conocía como Monchín, y con el jugador ya retirado, Bernabéu hablaba así de la que para él era la mejor adquisición que había cerrado para el Madrid: “Primero, por lo que significaba su ingreso en mi club, en las circunstancias que todo el mundo recordará. Y, después, porque era un verdadero fenómeno. Lo digo, sin miedo a pecar de exagerado: Triana ha sido el Belmonte del fútbol”.

Triana, penúltimo abajo a la derecha, con el Atlético.
Triana, penúltimo abajo a la derecha, con el Atlético.

¿De qué hablaba Bernabéu? Para entenderlo hay que ubicar la figura de Triana. Era un jugador al que los madridistas conocían bien, pero por el daño que les había hecho con la camiseta rojiblanca. Porque él fue la primera gran estrella del Athletic de Madrid.

Su juego, del que diría Bernabéu que sólo por eso merecía la pena pagar la entrada de un partido, era elogiado por su elegancia y eficacia. Los dos se habían cruzado en el campo muchas veces. La primera el 19 de marzo de 1920, en un amistoso en O’Donnell (2-2). Bernabéu abrió el marcador, el Madrid se puso 0-2 y el Athletic igualó con dos goles de Triana.

América

Bernabéu, pimero a la izquierda, durante la gira por América en 1927.
Bernabéu, pimero a la izquierda, durante la gira por América en 1927.BIBLIOTECA NACIONAL

Tan fascinado estaba Bernabéu de Triana que lo convenció para que formara parte de la expedición del Madrid que se marchó en verano, de julio a mediados de septiembre, a América. Una aventura, de Argentina a Nueva York, que tenía en Bernabéu su alma.

Meses antes, se habían enfrentado por última vez. El 17 de octubre de 1926, 0-1 en Chamartín, con gol de Triana; el 9 de enero de 1927, 1-1 en el mismo campo, con el tanto blanco de Bernabéu.

Cuando el Madrid fichó a Triana, muchos en la casa rojiblanca creyeron que durante aquella gira Bernabéu había aprovechado para seducir al jugador rojiblanco.

La primera vez que jugó con el Madrid, por tanto, fue siendo aún futbolista rojiblanco. El 9 de julio de 1927, en el campo de Barracas, el Madrid empató a cero con una selección de Buenos Aires y Triana en su delantera. El primer gol del Madrid en la gira fue suyo, al día siguiente ante el mismo rival y derrota madridista por 3-2.

El regreso y el adiós

Triana regresó a Madrid y al Athletic. Pero para vivir unos meses duros. Con su club, en el que era una gran estrella, en una profunda crisis y el debate entre jugadores amateurs y profesionales, la relación saltó por los aires. El presidente rojiblanco, Luis Urquijo, se negaba a pagarle lo que se decía que estaba dispuesto el Madrid.

El 3 de marzo de 1928 salta la noticia. “Monchín Triana se ha retirado definitivamente del fútbol”, publicaba El Heraldo de Madrid. En una charla con él, el diario descubre a una persona abatida, refugiada en sus profundas creencias religiosas y desencantada del fútbol: “Se ha convertido más en un espectáculo que un deporte”.

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A mitad de agosto, aparecía una pregunta en la prensa madrileña: “¿Ha firmado Ramón Triana por el Madrid”. La respuesta era sí. Bernabéu lo había conseguido.

El debut, ante su ex equipo

Recuperada la forma, el 18 de noviembre, en la séptima jornada del Campeonato Regional, Triana jugaba su primer partido oficial con el Madrid. Su rival, el Athletic madrileño Si ganaban los blancos, se proclamaban campeones e iban a la Copa. Lo hicieron, por 3-1 y con un gol, el segundo, de Triana.

Era la figura del partido, el jugador a seguir. Así plasmó, con ácida crítica, El Heraldo el momento: “ Triana. Ruido de cascabeles y de jaranearía. Espíritu de club; dorada bohemia holgada del fútbol. Todo eso está en el apellido y en la manera de tomar posiciones frente a los públicos. En su tipo y en su manera hay un trianero serio y grave, que juega al fútbol con la misma frialdad que se paseara en la procesión del Cachorro. Triana ha vuelto a pisar los fields. Ya está aquí. Ha debutado haciendo un tanto de traidorzuelo contra el equipo donde cultivó todo su arte doloroso de futbolista. Dicen que se ha marchado del Athletic por convicción amateur. Y se va así, desnudo, a un equipo profesional. En fin. No será profesional; pero ha perdido una condición de amateur como otro cualquiera: ha abandonado el club que le creó; y eso es como abandonar a la madre cuando el amateurismo implica pureza en los sentimientos”.

Triana jugó con el Madrid hasta el 6 de enero de 1932. Su vida acabó en tragedia: el 7 de noviembre de 1936 fue fusilado en Paracuellos junto a dos de sus hermanos.

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