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- Real Madrid. Vinicius cae en otra guerra total
- Real Madrid. Caza a Vinicius
Claro que Vinicius se equivocó en Montilivi. Básicamente, porque de un partido en el que entró en todo tipo de barrizales salió con un gol y una asistencia. Lo que invita a pensar hasta dónde podría haber llegado de estar 100% enfocado Es evidente que eso no pasó.
Vini tiene básicamente tres problemas. El primero tiene que ver con lo anterior, y es el jugador en que se ha convertido tras ser carne de memes (y burlas rayanas en el límite de lo legal pero no en el de lo éticamente tolerable y moralmente censurable) en sus dos primeros años en el Madrid. Un proceso de acoso que se abrió cuando en su primer partido (jugando con el Castilla) recibió un mordisco en plena cabeza, y que en este curso ha dado su cuota de gloria 'warholiana' a los Alejo, Raíllo, Maffeo, Arnau o Santi Bueno, compañeros de profesión que se ganaron sus buenos minutos de publicidad a costa del brasileño.
El problema tiene más causas. Y no es menor el color de la camiseta que viste Vini. Que un chaval del que todos se reían ahora sea una estrella mundial, y además juegue en el Madrid, es un cóctel demasiado indigesto para muchos, que canalizaban en Vini y sus evidentes carencias su ojeriza al club blanco. Una obsesión enfermiza con el Madrid, alimentada por una sucesión interminable de Copas de Europa en blanco y negro, en color y en ultra alta definición, pero que, al final, guste o no, forma parte del juego: qué sería del Madrid sin sus 'haters'.
El último motivo es realmente grave, y triste, y tiene que ver con el color de la piel de Vini, que, además, le causa más problemas en España que fuera. Una realidad tan evidente como incómoda, que retrata la bajeza moral de una parte de la sociedad. Con el silencio cómplice de los gurús de la cosa que explican los hechos con un "sí, pero es que Vini..." Una aproximación al problema muy peligrosa.
Vini se equivoca, claro que sí. Protesta, empuja, se encara con la grada, o con los rivales, se frota el escudo de campeón del mundo, desquicia a Ancelotti y a sus compañeros, y a veces desconcierta hasta a los seguidores de su propio equipo. Pero, en el juicio sumarísimo en el que se ha convertido cada partido del brasileño, hay que conisderar los atenuantes. Que pueden ser causa o efecto. Esa es la verdadera cuestión.