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Odd Frantzen, el héroe noruego que desquició a Hitler y fue asesinado a patadas en su propia casa

Bronce con la selección noruega en los Juegos de Berlín, fue asesinado en 1977 por un joven en busca de alcohol

Odd Frantzen, el penúltimo arriba de izquierda a derecha, en los...
Odd Frantzen, el penúltimo arriba de izquierda a derecha, en los Juegos de Berlín de 1936.

Era noche cerrada en Bergen, ciudad noruega a orillas el Mar del Norte y en la otra punta de Oslo, cuando el 2 de octubre de 1977 alguien llamó a la puerta de un anciano en el barrio de Gyldenpris. No le debió sentar muy bien. A esas horas nadie se presentaba en casa ajena sin avisar. Aun así decidió coger la muleta, ajustar su pierna ortopédica y abrir. Se encontró a un chico y una chica, de unos 25 años. Le pidieron alcohol, porque se había acabado en la fiesta en la que estaban y una vecina les había contado que él siempre tenía. El viejo se enfureció, les amenazó con la muleta y quiso cerrar la puerta. La bota del chico, reforzada por punta de hierro, lo evitó. Entró en la casa enfurecido, derribó al tullido y se ensañó con él a patadas hasta causarle la muerte. No encontraron el alcohol que buscaban, así que se conformaron con llevarse un par de cervezas que había en la nevera. Así lo explicaron en un juicio que se saldó con una condena sorprendentemente liviana: cinco años para el asesino y uno para su colaboradora.

Al día siguiente, 3 de octubre, la población de Bergen se estremecía al saber que la víctima era Odd Frantzen, el internacional noruego que había formado parte del equipo que humilló a Alemania en los Juegos de Berlín en presencia de Hitler, Göring, Hess, Goebbels y otros jerarcas nazis.

Bergen fue la ciudad de su vida, en la que nació (20 de enero de 1913) y en la que fue asesinado a los 64 años. Y en la que jugó siempre al fútbol con la camiseta del Hardy a pesar de tener buenas ofertas para irse.

La medalla de bronce lograda por los noruegos en 1936.
La medalla de bronce lograda por los noruegos en 1936.

Trabajador en el puerto de su ciudad, el partido frente a los alemanes en el Poststadion, ante 55.000 enfervorecidos germanos, fue su estreno con Noruega (0-2, con doblete de Isaksen). En la primera ronda, 4-0 ante Turquía, estuvo en el banquillo. Los cronistas noruegos contaron que nunca antes un debutante había hecho cosas tan extraordinarias.

Su juego fue brillante en la victoria ante Alemania, pero no bastó para meterse en la final ante una Italia que ganó la semifinal en la prórroga para ser después oro. En la final de consolación, Noruega se vio dos veces por debajo en el marcador ante Polonia, pero los tres goles de Brustad, el último a falta de cuatro minutos, dio al fútbol noruego una medalla de bronce que es la joya de su corona. Dentro y fuera del campo, Odd Frantzen fue una figura esencial para entender la gesta.

Quizá tuvo mucho que ver su carácter abierto, espontáneo y osado. A pesar de ser novato en el equipo, se hizo amigo íntimo de uno de los veteranos, Nils Eriksen. El seleccionador, Asbjorn Halvorsen les sorprendió con tabaco y alcohol, lo que estaba prohibido en el equipo, pero pasó por alto el 'desliz' de dos jugadores esenciales para que Noruega se colgara la medalla de bronce en Berlín.

Dos años después, Frantzen vivió otro partido de un alto contenido político: ante Italia, en Marsella, en la primera ronda del Mundial. El Vélodrome estaba a rebosar, pero muchos de los italianos presentes eran huidos del fascismo de Mussolini. Pasó Italia, que sería campeona, gracias a un gol de Piola nada más empezar la prórroga. Antes, en el minuto 83, el austriaco Alois Beranek anuló de manera extraña un gol a Noruega. Desde marzo, Austria era parte del Reich y aliada de Italia a causa del Anschluss.

Imágenes del accidente del sufrió Odd Frantzen en 1961/ARCHIVO DE BERGEN
Imágenes del accidente del sufrió Odd Frantzen en 1961/ARCHIVO DE BERGEN

Durante la II Guerra Mundial, el 26 de julio de 1941, Frantzen se casó. Con el tiempo, el alcohol entró en su vida con más fuerza de la que debía y se llevó por delante muchas cosas, entre ellas su matrimonio. Pero no fue, aunque era la historia que circulaba por su ciudad natal, lo que hizo que perdiera la pierna.

Eso ocurrió el 10 de mayo de 1961, en un accidente laboral en el puerto de Bergen, en una descarga de sacos de azúcar. Para evitar un vehículo que bloqueaba el paso al camión del que descargaban, Frantzen decidió moverlo. No era su misión, porque él era el segundo conductor. La maniobra se complicó y el camión se precipitó al vacío desde más de cuatro metros.

La investigación dictaminó que sus papeles no estaban en regla, pero que no estaba bajo los efectos del alcohol. La silla de ruedas, la prótesis y los recuerdos le amargaron. Hasta que el 2 de octubre de 1977 alguien llamó a su puerta.

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