Pocas veces un partido de fútbol ha dejado una resaca tan amarga en Vila-real como el que anoche se disputó entre el Villarreal y el Valencia. Ni las derrotas en algunas grandes noches europeas, ni tan siquiera las que propiciaron inesperados descensos de categoría. En esta ocasión la brutal agresión que sufrieron tres jóvenes aficionados amarillos con diversidad funcional al finalizar el encuentro, ha provocado una ola de indignación en el mundo del fútbol que ni puede ni debe quedar en nada. Eso es lo que piden las familias de los agredidos, que esperan que se haga justicia y que no se vuelva a repetir una salvajada igual por culpa de un partido de fútbol.
Mario, uno de los jóvenes de 21 años, se llevó la peor parte al sufrir una doble fractura de mandíbula que obligará a que se le tenga que reconstruir esta semana. Adrián, de 18 años, fue otro de los que recibió la paliza por parte de cinco encapuchados que les persiguieron a la salida del estadio. Puñetazos en la cara, patadas , golpes por todo el cuerpo que le hicieron perder visión en un ojo e incluso la consciencia a causa de la ansiedad sufrida después de la agresión. Su madre, Susana Herreros, quien ya informó de los sucedido durante la mañana en la red social Twitter, contó a Marca su versión de lo sucedido
“Está siendo un día muy duro, muy difícil. Hemos pasado la noche en el hospital. Mi hijo ahora está mejor pero dolorido por los golpes en el ojo, en la boca. Le dieron muchos puñetazos en la cara... y eran cinco. Su amigo Mario se llevó la peor parte y le tendrán que operar este jueves “, cuenta a MARCA Susana, buena aficionada al Villarreal y peñista.
Le dieron muchos puñetazos en la cara... y eran cinco
Susana explica como Adrián y sus dos compañeros del colegio La Panderola de educación especial , regresaban a casa tras el partido cuando, cerca del estadio, pasaron por delante de un grupo de cuatro personas que empezaron a increparles: “Empezaron a insultarlos, a llamarles subnormales, hijos de puta , aldeanos… Ellos pasaron de largo y se hicieron entre ellos el comentario de “como se han puesto estos 'mi gouets' (es el mote con el que los de Castellón se refieren a los valencianos). Pero nunca hablándoles a ellos. Les persiguieron y comenzaron a pegarles. Eran cuatro pero a la paliza se unió uno más”. De la misma forma confirma que las familias ya han presentado la denuncia, si bien no es fácil identificar a los agresores que se pusieron sus capuchas antes de atacar a los jóvenes: “Eran más mayores, alguno calvo o rapado, no pudieron verlo bien, y con barba. El parte médico ya está en el juzgado”.
Precisamente la familia de Adrián está ligada al mundo del fútbol, ya que sus padres son peñistas y buenos aficionados. Es por ello que, además de sentirse profundamente afectados al ser su propio hijo el agredido, repudian de forma tajante que el deporte esté ligado a la violencia: “Queremos que este mensaje esté en los medios. Hoy nos ha tocado a nosotros, pero hay que luchar contra esto, hay que ser valiente, dar la cara y erradicarlo. No puede volver a pasar. A nuestros hijos les hemos educado en el respeto, y precisamente esta semana las peñas tuvimos un comunicado interno pidiendo no embarrar y que fuera sólo futbol”.
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