JUEGOS OLÍMPICOS
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Medalla 159: Maialen Chourraut supera el vértigo

Medalla de plata en Piraguismo Slalom en Tokio 2020

Medalla 159: Maialen Chourraut supera el vértigo
Maialen Chourraut, con su medalla de plata en Tokio 2020COE
Actualizado

No hace demasiado tiempo en esta España que hoy está al cabo de la calle de todas las modernidades y evoluciones sociales -a la vez que subsiste gente que aún rezonga para sí o clama en redes sociales cuando repara en que las mujeres van con pantalones- era una novedad que una deportista tuviera novio y siguiera haciendo deporte si no profesionalmente -porque eso del profesionalismo también era una entelequia no hace tanto- sí al máximo nivel.

Si ya se casaba y seguía compitiendo pasaba a ser noticia digna de salir en prensa -la tenista Carmen Hernández Coronado puede dar fe-. Y ya la compatibilidad entre la maternidad y el deporte era impensable. Ya en el trabajo 'normal' era difícil pues el concepto de 'conciliación' era inexistente y se daba por hecho que lo normal era que una cosa o la otra: el trabajo antes de la vida familiar y en el caso de la mujer, al contrario. No hablamos de los años 40. En los 70 e incluso en los 80 aún subsistía ese pensamiento.

Por fortuna las cosas cambian, y las cosas cambian porque existen personas que las hacen cambiar. Una de ellas, en el ámbito del deporte, fue y es Maialen Chourraut. A Maialen la dejamos en Río 2016, bajando del lugar del podio y con Ane, su hija, junto a ella, como la primera deportista española en ganar una medalla olímpica -y de oro- tras ser madre. Y también con la intención de volver a la piragua y seguir con ella al menos hasta Tokio 2020, que como sabemos acabó siendo 2021 por la maldita pandemia.

Maialen tuvo dificultades particulares además de las generales que afectaron a todos. Si tras la maternidad previa a Tokio, con la medalla de Londres colgada del cuello, encontró que en la vuelta a los entrenamientos la piragua parecía pesar 30 kilos y el remo, 10, esta vez padeció, a poco de acabados los Juegos, recurrentes episodios de vértigos y dos fisuras en las costillas que le causaron fuertes dolores. Superados los mismos -para los vértigos cambió un tiempo los entrenamientos en canal por otros en piscina en los que volcaba y recuperaba el equilibrio una y otra vez- se encontró con la necesidad de cambiar de embarcación por cambios de normativas y por tanto, de adaptarse a ella. Así, es explicable que pese a que consiguiera con comodidad la clasificación para sus cuartos Juegos Olímpicos, el ciclo previo -pandemia aparte- no fuera muy pródigo en triunfos. A cambio llegó la Medalla de Oro a la Real Orden de Mérito Deportivo y un Premio Nacional del Deporte. Quiso también volver a sus orígenes y volvió a entrenarse en San Sebastián.

A Tokio llegó sin Ane, su asidua 'acompañante' a las competiciones, por las restricciones de viaje durante la pandemia y el deseo de evitarle ser el centro de una atracción quizá excesiva para una niña de ocho años y también sin lo que, confesó, fue la obsesión por la medalla de oro que tenía en Río. Aquello, confesó, la presionó demasiado aunque no la alejó del objetivo final. Sí confesó que después le pesó alguna responsabilidad en Tokio. Pero hizo honor a ella.

Maialen logró el séptimo tiempo de las semifinales. Teóricamente no era positivo porque le hacía salir tercera en la final y por tanto dejar su tiempo como referencia para muchas competidoras. Pero también le evitaba incertidumbres: por ejemplo se temía que el tifón 'Nepartak' perturbase la jornada. Finalmente no pasó de una ligera lluvia pero, para el caso de que los problemas hubieran sido mayores en el canal de Kasai, ella ya habría terminado. Al final ella marcó mejor tiempo que la australiana Jessica Fox, una favorita a la que se le resiste el oro y peor que la alemana Ricarda Funk: Medalla de plata, la tercera en cuatro juegos. Obviamente, la dedicatoria televisiva fue para Ane. Después para Xabi Etxaniz, su entrenador y marido. El sí estaba en Tokio.

"He soñado muchas veces con esta medalla y siempre me decía: 'No necesito el oro, ya lo tengo'. No tenía la plata y me hace mucha ilusión, pero estas cosas no se pueden decir muy alto porque es un poquito de egoísmo".

Maialen volverá en París con una Ane que entonces tendrá 11 años. Serán sus quintos Juegos Olímpicos. Objetivamente ya podrá olvidarse en ellos de la presión pues ha logrado todo lo que deportivamente se puede lograr. Pero nunca está de más añadir otra página a la historia y leyenda de una pionera.

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