No fue la mejor de la historia, pero la final de 100 metros sí fue la más intensa. Doce centésimas separaron al primero, Noah Lyles (9.79), del último, Oblique Seville (9.91). Y tanto el estadounidense como el jamaicano Kishane Thompson se convirtieron en el quinto y sexto hombre que bajan de 9.80 en una final olímpica. Además, el sudafricano Akane Simbine (9.82) fue el cuarto clasificado en una final de 100 más rápido de la historia en cualquier competición. También Jacobs (9.85) y Tebogo (9.86) tuvieron el dudoso honor de ser el mejor quinto y sexto de siempre. Y, por supuesto, el séptimo (Bendnarek, 9.88) y Seville.
Lyles estuvo detrás toda la carrera
Noah Lyles no reacciona rápido. Lo hizo en 178 milésimas, siete centésimas más lento que Fred Kerley, a la postre bronce, que rozó la salida nula. El de Gainesville estuvo hasta el metro 40 el último y hasta el metro 90 estuvo segundo una centésima por detrás de Thompson, al que debió rebasar hacia el metro 94. Seville, el último clasificado, hubiese sido bronce empatado don DiGrasse en los Juegos de 2016.
La velocidad máxima fue de Simbine por tramo y de Lebogo de punta
Curiosamente, el pico más alto de velocidad no lo alcanzó ninguno de los atletas del podio. Simbine fue quien lo hizo en tramo entre los 60 y 70 metros, que los corrió en 0.81 segundos. El sudafricano fue uno de los dos que impuso un récord nacional; Tebogo, de Botswana, fue el otro. Precisamente éste fue el que lo logro en velocidad punta (44,67 km/h), superando los 44,48 alcanzados por Usain Bolt en Pekín 2008, según los datos biomecánicos de los Juegos.
Lyles ya está con los más grandes
El doblete de Juegos Olímpicos y Mundiales en la recta sólo lo habían logrado hasta la fecha en años consecutivos seis atletas: Usain Bolt, Justin Gatlin, Maurice Greene, Donovan Bailey y Carl Lewis. El campeón igualó además una marca de Usain Bolt: nadie había corrido por debajo de 9.80 en París, salvo el jamaicano en 2009. Lo hizo también en 9.79.
El mal presagio del campeón
Lyles se acercó a Thompson al acabar la meta y le dijo: "Creo que el oro es tuyo, gradullón". Equivocó el pronóstico. Claro que cinco milésimas son algo imperceptible metido en la prueba. Fue la más corta de la historia medida en tiempo porque cuando Alan Wells igualó a 10.25 con el cubano Silvio Leonard en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, se midió en 76 milímetros. La diferencia en distancia entre Lyles y Thompson tuvo que ser, según la extrapolación, de 62 milimetros.