Los selectivos de los Juegos Olímpicos de París en el caso del piragüismo supuso una alteración de orden en el C2 500. Tano García y Pablo Martínez, campeones del mundo en Canadá en 2022 y bronce en 2023, se vieron rebasados por los pujantes Diego Domínguez, 21 años, y Joan Antoni Moreno, 24, éste doble campeón del mundo en la categoría, no olímpica, de C4. En la Copa del Mundo de Szeged, la que hacía de filtro, los insurrectos quedaron segundos tras Rusia y cuartos aquéllos provocando el cambio de billetes olímpico para París. El martes por la mañana empieza su aventura olímpica.
"Llevábamos todo el año preparando esta prueba trabajando muy, muy, muy duro y sabíamos que había opciones de conseguirlo", desliza Domínguez, madrileño. "Pero también que el barco al que había que que arrebatar esa plaza era un barco fortisimo y que la batalla iba a ser durísima y que habría que gestarla un poco a la épica", explica Diego.
El dúo creado en este ciclo sabía que lo único que tenía que hacer era trasladar a la competición las sensaciones de los entrenamientos. A las órdenes, como Pablo y Tano, de Kiko Martín, el mejor entrenador del año en el piragüismo nacional en 2023 y un sabio de esto, referencia internacional y ya una medalla olímpica con Sete Benavides en 2012, habían clavado los tiempos durante varias semanas en el Lago Esperanza, donde está la base nacional de la canoa.
Allí se ha creado una concentración que convierte a Mallorca en la isla del tesoro. Son los que palean incorporados, no sentados como los kayakistas. Ahí están también Antia Jácome y María Corbera, candidatas indiscutibles a dos medallas. Una gran parte apareció en la primavera de 2022 cuando, sorprendentemente, a mitad de camino hacia los Juegos, el responsable de la canoa en Sevilla, Marcel Glavan y su mujer Georgina ficharon por China.
De Pollensa es Moreno, el que va delante y palea por la izquierda. "Yo empecé en la gimnasia, un deporte que me ha dado la disciplina y la autoexigencia", recuerda. "En mi club, el Náutico de Pollensa, lo que quería hacer era vela, pero sólo se podía el fin de semana y necesitaba algo que me ocupase el resto de los días. Entonces surgió esto del piragüismo", recuerda. Y ahí sigue desde 2014.
Moreno elogia el trabajo que han hecho Tano y Pablo, a los que ahora han desplazado. "Ellos dieron el primer paso, el impulso que necesitaba la canoa de nuevo en Tokio 2020 y todos los jóvenes hemos intentado seguir su estela y dar nuestra mejor versión. Trabajar a su lado nos ha obligado a darlo todo cada día y eleva las exigencias. De hecho hay más embarcaciones de este nivel, pero sólo puede ir uno a los Juegos".
Es la misma exigencia que recalca Domínguez, que empezó en la Casa de Campo por su padre. "Para ganar en España en la prueba de 500, que es la reina, necesitas ser casi el mejor del mundo. Y al mismo tiempo nos reafirma que podemos salir internacionalmente a competiciones como los Juegos para estar delante".
Diego también llegó casi por azar. "Por casualidades de la vida, mi padre se encontró a un ex compañero del colegio que estaba remando y bueno, pues le impulsó a que metiera a sus hijos en ese deporte porque había un grupo súper bueno en en el Alberche Kayak. Yo era muy futbolero y combiné fútbol y la piragüa hasta los 12 años. Y al final pues así llegué, pasando por Galicia también, que fue un periodo muy importante en mi carrera".
El objetivo no es otro que el podio el 8 de agosto, el mismo día en el que los dos K-4, las embarcaciones buque de la Federación Española, pelearán también sus opciones olímpicas.
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