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En la NBA, cuando un equipo gana más de un título, cuando repite, se considera que ha sido capaz de crear una dinastía. Lo que sería una era, como vivieron los Celtics, los Lakers, los Bulls y otros. En MotoGP, va por eras: la de Doohan, la de Valentino Rossi, la de Marc Márquez... por no remontarse más lejos.
Ahora, Pecco Bagnaia ya ha creado la suya propia. Nadie ha sido capaz de reeditar su entorchado desde Vale o Marc en los últimos 20 años y el turinés ya es una Leyenda. Se impuso en 2022, ante Fabio Quartararo, y ahora, en 2023, frente a Jorge Martín. Además del de Moto2 en 2018.
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Por eso, el de Chivasso lucía tres anillos en sus dedos, como los de los jugadores de baloncesto en EEUU cuando certifican su título. Todo después de ganar su propio concurso de mates. En realidad, todo fue un jaque mate... a Martinator, al que todo se le fue torciendo.
Ya pintaba peor cuando Pecco heredó la pole de Viñales por sanción y se torció más cuando Bagnaia resistió en la arrancada y tiró. Luego, casi se decidió cuando el madrileño se fue largo tras la meta al verse succionado por el rebufo de la GP23. El remate fue cuando Jorge se cayó al golpear a Marc en su remontada. La fiesta ya estaba en marcha para el Ducati oficial sin esperar a la bocina. Se cerró con una victoria de campeón.
El mundo se hizo rojo, con camisetas de ese color por todas partes. Algún grito poco elegante: 'No se puede', replicando el 'Sí, se puede' de los fans españoles del sábado y parte del domingo, pero, en general, casi todos eran: 'Pecco, Pecco, Pecco'.
Hubo que sacar las pelucas de 2022, pero nuevas y con más colores: rojas, por supuesto, y rosas. El contraste era total, pues, encima, tenían los dos boxes pegados. La desolación en el Prima Pramac, con Martín llorando, siendo abrazado por Carmelo Ezpeleta o Gigi Dall'Igna y el jolgorio en el Ducati Lenovo, con Prosecco regando todo, gritos, el 'Seven Nation Army', de The White Stripes' -que fue la canción del Mundial de fútbol que ganó Italia en 2006- y todos gritando.
Revancha en 2024
El de San Sebastián de los Reyes acabó pasando página gracias a que su escuadra lo fundió en abrazos... y le conjuró para 2024. "Creo que esto es sólo el inicio. El potencial que he demostrado este año es algo fuera de lo común. Ya he peleado por un Mundial, creo que esto ya te forja mucho de cara al futuro y espero el año que viene poder traerlo a España", lanzó.
Ya no hay cantos de sirena de irse al cuadro oficial. "Yo quiero quedarme en el Prima Pramac. Creo que si hubiese ganado, con más razón, es el equipo ganador y creo que si no he demostrado ya lo suficiente para estar de rojo, no lo demostraré nunca. Las razones son obvias, estoy muy bien donde estoy y para 2025, ya veremos", dejó como aviso antes de elogiar a su contrincante. "Es un gran campeón, repetir Mundiales es algo muy difícil y ha tenido esa madurez y esa velocidad necesaria para conseguirlo", certificó.
El italiano estaba más calmado en esta celebración. De hecho, esa tranquilidad ha sido una de las claves de su corona. Es uno de sus legados. "Sí, soy mejor piloto, porque me siento más competitivo y tengo más conciencia. He istrado mucho mejor la presión", constataba.
Esta etapa ya tiene nombre en la historia y él mismo es consciente de ello. "Solo Vale y Marc lo habían hecho y también lo habían defendido sufriendo. Por eso pienso que haber acabado segundo con el número 1 no me habría hecho muy feliz. Si llevas este dorsal tienes que demostrar que eres el número 1 y creo que este año lo hemos hecho, incluso cuando no éramos tan competitivos, pero en las carreras del domingo, que es la principal, hemos dominado", exponía.
La fiesta le esperaba, con su prometida Domizia, su hermana Carola, y los jefes 'ducatistas', que se postraban ante él. "Se lo ha merecido", repetían todos. Por supuesto, es su dinastía. La de Jorge Martín debe esperar.