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Hemos manipulado la carrera, como todo el mundo", dijo Carlos Sainz en el corralito después del Gran Premio de Mónaco. Otras estrellas, como el británico George Russell se iba más allá. "Creo que deberíamos lanzar agua desde un avión en ciertas partes del circuito... o correr con los coches de Lego", comentó. La realidad era que la carrera más legendaria del calendario del 'Gran Circo' había sido una decepción. Desvirtuada al romper su esencia y dibujando tácticas de todo tipo... para rascar unos pocos puntos. Ya ni eran las épicas ochenteras y noventeras que daban victorias o Mundiales.
Creo que deberíamos lanzar agua desde un avión en ciertas partes del circuito... o correr con los coches de Lego
Mónaco, que es un compromiso entre el riesgo, la confianza y unos muros donde afinar es lo más importante, es un destino increíble, pero no apto para la F1 actual. Los coches crecen y el aire sucio hace que tampoco compense presionar al lado. No parece que jamás se mueva del calendario, pero muchos repiten el mismo discurso: "Algo tenemos que hacer".
Se debe partir de una base clara y es que Mónaco no permite mucha revolución. Sí que es un Principado en crecimiento y, por ejemplo, la zona del Portier sigue ganando terreno al mar. Pero para un circuito... serían palabras mayores. Aun así, ya existen ideas para cambiar algo el circuito. Sin romper su esencia y sin ser una carrera de Lego, como pedía Russell. Que también fue de los que se tomó la justicia por su mano y decidió saltarse la chicane, pedir una sanción y recibir una mayor tras una decisión lógica del de comisarios al no entrar en su juego.
Las tres ideas de Wurz
Fundamentalmente, las ideas de revolución vienen del austríaco Alex Wurz. Fue piloto en la década de los 2010 de la Fórmula 1, subió al podio en Canadá 2007, aquella primera victoria de Hamilton, lugar del brutal vuelco de Kubica y de los problemas de Alonso con los neumáticos del McLaren, y es una voz activa en la Fórmula 1. Paralelamente a su rol dentro de la Asociación de Pilotos, lidera una compañía de diseños de circuitos y apuesta por tres giros a Mónaco.
El primero sería la Nouvelle Chicane, justo después del túnel. Lo óptimo sería alejarla y acercarla a Tabac -que se hace a fondo, actualmente-, más pegada a la velocidad de la Piscina. "Sería posible, tendrías que defender la curva y será más complicada", cuenta. Allí se vio una de las pocas maniobras de la carrera, la de Stroll por el exterior. Sería una modificación que sí que precisará de una obra urbana menor.
Luego habría un cambio en La Rascasse, dentro del último sector. Es el penúltimo lugar de conflictivo, unos pocos metros antes de la complicada tracción de Antony Noghés y la entrada al pit. Wurz quiere cambiar su perfil y mover el vértice. "Si lo alejas, abres la curva y la gente podrá tirarse", explica. Aunque hay un aparcamiento cerca que no podría tocarse en ningún caso.
Las modificaciones de Wurz llegarían a la mítica curva de Loews. Quizá es el lugar más legendario, pero poco se puede hacer más allá de los movimientos de Bortoleto y Antonelli en el primer giro de la carrera. El piloto propone ampliar la entrada y salida, eliminado bordillos. "Allí podrán lanzarse en picado y permitirá que se pueda adelantar después en la chicane", cierra. Básicamente, propiciaría otras situaciones para el pie a tabla del Túnel y la entrada a la Piscina donde estaría la nueva chicane modificada unos metros más allá de su sitio actual.
Ninguna modificación supondría un cambio radical o loco y no modificarían la vida en Mónaco, que es el principal objetivo. ¿Funcionarían? Wurz cree que sí, aunque el juez único serán los pilotos que compitan...
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