La natación española volvió a brillar en Río tras una jornada sin medallas. Óscar Salguero fue el primero en salir al rescate y lo hizo a lo grande, con una medalla de oro en 100 metros braza con un tiempo de 1:11.1 y con sólo 18 años. El catalán, que lideró al prueba de principio a fin, sube a lo más alto del podio en su primera cita paralímpica.
Aunque en el agua no se le notó en absoluto, los nervios por nadar su primera final en unos Juegos eran inevitables. "Cuando he salido a la piscina me he sentido muy nervioso, más que nunca. Esto es impresionante ver a tanta gente. Cuando he saltado al agua se me han pasado los nervios, pero creo que me han jugado una mala pasada porque no he hecho mi mejor marca", dijo nada más conquistar el oro.
Detrás de esa medalla hay mucho trabajo. "Muchas horas de sacrificio, de entreno, de madrugar, de no ver a mis amigos... Sólo entrenar, dormir, comer y estudiar", confiesa.
Desde muy pequeño le gustaba mucho el agua. "No salía de la piscina ni del mar", dice entre risas, pero no empezó en serio a la natación hasta los 12 años. Antes lo suyo era el kárate, aunque no le terminaba de convencer, por eso su madre buscó otro deporte y encontró que había natación adaptada en el C.N. Sabadell.
"Nunca me imaginé que llegaría tan lejos, es espectacular", dice el catalán, que celebrará el oro con con su familia y amigos. A ellos y a su novia va dedicada la medalla.