• DÍA 18
    • Entrevista a Teresa Perales
    Teresa Perales

    "Voy a por la medalla en París"

    Almudena Rivera
    por Almudena Rivera

    Teresa Perales (Zaragoza, 1975) lleva en su móvil la cuenta atrás para el comienzo de los Juegos Paralímpicos de París. "Quedan 254 días", dice con emoción. Todas las mañanas le llega una notificación al teléfono. Desde hace unas semanas lleva también una férula en la mano izquierda para que ésta no se le cierre del todo. Su discapacidad ha ido a más desde los Juegos de Tokio. Ha perdido prácticamente la movilidad en ella, pero no la sonrisa ni la ambición. De hecho, lleva grabados los nombres de los seis Juegos en los que ha participado (de Sidney 2000 a Tokio 2020) en la férula a los que ha añadido ya París 2024. Allí, por primera vez en 25 años, nadará sólo con un brazo. Es la enésima reinvención de la española más laureada en Juegos.

    "He tenido que aprender a nadar sólo con un brazo"

    PREGUNTA. A pocos días para el final de 2023, ¿qué balance hace de este año en el que ha tenido que reinventarse?

    RESPUESTA Es un 2023 en el que ha pasado de todo. En la parte deportiva, he pasado por una reclasificación, un cambio de categoría, de competir toda la vida en una S5 (desde los 19 años una neuropatía la privó de la movilidad en las piernas) a ser una S2 por tener más discapacidad. He tenido que aprender otra vez a nadar, pero solamente con un brazo. Aun teniendo todo eso en cuenta, hago un balance positivo porque he aprendido a nadar otra vez (se ríe). Y en la última competición en la que participé, que fue en Rotterdam, mejoré mucho la marca que había hecho en el Mundial de Manchester. Entonces llevaba sólo tres meses nadando con un brazo y ya sé ir recta. Ya soy cuarta del mundo en el ranking, así que bien (vuelve a sonreír).

    P. Después de 25 años en la élite de la natación ha tenido que empezar de cero.

    R. Realmente es como volver atrás incluso 26 ó 27, cuando me tiré por primera vez al agua con el chaleco salvavidas después de dejar de andar. Es más o menos el mismo proceso. Entonces tenía una ventaja, que como nunca había sabido nadar de ninguna manera aprendí sin vicios. Ahora es diferente, en mi cabeza tengo que desprogramar que hay una parte de mi cuerpo que sigo queriendo mover, que es el brazo izquierdo, pero he conseguido moverme mucho mejor, estar mejor colocada en el agua... He visto mucha evolución, pero es difícil porque es mucho tiempo haciendo lo mismo. Son 25 años de mi vida nadando igual. Y claro, ahora de pronto cambiar... Supone un cambio mental y también corporal. Físicamente supone centrarlo todo en este brazo (señala el derecho), que era mi brazo malo, el que tenía más débil. La ventaja que tengo es que como ya la primera vez supe hacerlo, pienso que esta segunda también.

    Tengo derecho a retirarme cuando me dé la gana

    P. Usted usa mucho las visualizaciones para entrenar. Hasta eso ha tenido que cambiar.

    R. Lo que más me ha costado es, precisamente, lo de visualizar. Una parte muy importante de mi entrenamiento mental es imaginarme ganando, pero no sólo es el momento de la competición. Yo me imagino el día antes preparando la mochila, acostándome, durmiendo, levantándome, volviendo a revisar la mochila, desayunando, llegando a la competición, cambiándome... Hasta cómo me cambio es distinto a cómo me cambiaba antes porque ahora necesito ayuda para ponerme el bañador de competir. Son muchas cosas que he tenido que ir incorporando a la visualización y todavía no he terminado de incorporar todas. Lo que más me está costando es visualizar que nado con un brazo.

    P. ¿Qué ha sido lo más duro de este proceso, el cambio físico o asumirlo mentalmente?

    R. Hombre, mentalmente porque no sabes cómo termina esto, el no poder controlar tu cuerpo siempre es difícil. Primero porque a todo el mundo nos gusta el control porque es lo que nos da más sensación de seguridad, incluso de felicidad. El no saber cómo va la cosa de un día para otro provoca cierto estrés, pero tengo la tranquilidad de que al final este es mi medio (señala la piscina que hay junto a ella). Aquí es donde estoy más a gusto, aquí es donde me relajo más, donde estoy con mis amigos, donde vivo los mejores momentos de mi vida... Y eso hace que quiera seguir estando aquí. Pero no sólo quiero seguir estando aquí, en cuanto veo un poquito de mejora... (sonríe). En Rotterdam bajé mucho el tiempo de Mánchester y ya estoy mucho más cerca de la tercera. No quiero descartar nada, voy a por la medalla en París.

    P. En el Mundial no logró el billete directo a los Juegos. Tendrá que ser por mínima entonces.

    R. Hice la mínima B hace unos días, pero primero tengo que hacer una nueva clasificación. Si me mantengo en la S2 sí que son marcas de Juegos, pero me tienen que ratificar. Espero que lo hagan en la competición de Aberdeen (Escocia) o en Melbourne (Australia). A primeros de marzo ya sabré si soy una S2 o una S3.

    P. ¿Y cómo influiría en sus opciones un nuevo cambio de categoría, más allá de tener diferentes rivales?

    R. Sí, son rivales diferentes e incluso pruebas diferentes porque si fuese S3 ya no nadaría el 50 y el 100 espalda. Mi prueba sería el 100 libre y ahí no tengo nada que hacer. Es que en esa categoría todas mueven los dos brazos y algunas, también las dos piernas. De hecho, incluso en la S2 todas mueven los dos brazos menos yo. Es complicado, pero esto forma parte del juego. No nos regalan las medallas, las tenemos que pelear muchísimo. A veces parece más fácil porque he ganado muchas, pero hay mucha historia personal detrás de cada una de ellas.

    P. Para historia personal la que hay detrás de su milagrosa plata en Tokio en 50 espalda S5 con el mejor tiempo de su carrera y récord de España pese a su lesión.

    R. Sin duda. Es que 15 minutos antes de entrar en cámara de salida, el hombro estaba totalmente fuera. Lo que yo hice para conseguir llegar a los Juegos... Ni sé las horas que entrenaba, los fisios, todo el día con agujas clavadas. Fue mérito de todo el equipo médico y de entrenadores, compañeros y de mí, claro, que me tiraba al agua todos los días. Cada vez que se me salía el hombre hacia clac, me lo colocaba y seguía para adelante. No me rendí, quería intentarlo y que pasase lo que tuviera que pasar. Afortunadamente pasó la medalla y se convirtió en la medalla de mi vida (pone énfasis al decir 'la').

    "No me rindo bajo ningún concepto"

    P. De las 27 que tiene en Juegos Paralímpicos (7 oros, 10 platas y 10 bronces), ¿es la más especial?

    R. Sí, es la más especial porque tiene más historia detrás de dureza, también más llanto, más dolor y a la vez más orgullo porque fue la de no me rindo bajo ningún concepto.

    P. Y como no se rinde, pese a las adversidades, quiere la medalla 28 en París.

    R. Sí, el objetivo es medalla. Cuando estuve con Michael Phelps hace poco, él me decía que siete Juegos es una burrada. Y le dije: "Claro, Michael, es que ganaste 28 medallas y yo tengo todavía 27". No haber ganado la 28 ha sido mi motivación durante todo este tiempo. "Habérmelo puesto más fácil", le dije. (Se ríe).

    P. En realidad, fue la comparación de medallas con Phelps la que hizo que se la valorase en España.

    R. Sin duda. Yo le debo el que a mí se me conozca en España. Antes de ir a los Juegos de Londres tenía 16 medallas, que es mucho, pero hasta que no gané la número 22 que me igualaba con él no salía en ningún sitio. Y fue justo después de Londres cuando me empezaron a conocer y a hacer reconocimientos.

    P. ¿Qué le diría la Teresa de hoy, a la que iran y reconocen, a la Teresa que con 19 años perdió la movilidad en las piernas por una neuropatía?

    R. Uf, le diría que le esperan cosas maravillosas, que a la piscina hay que tirarse siempre, en lo literal y en lo metafórico. Le diría que no hay que dejar de hacer las cosas por miedo porque entonces es cuando pierdes. Lo que más he aprendido con el deporte es que siempre tienes que intentarlo y te llevas grandes sorpresas. Le diría que se atreviera a hacer incluso más cosas de las que hice.

    Ahora necesito ayuda para para ponerme el bañador de competir

    P. ¿Qué tipo de cosas?

    R. No es algo concreto, quizá es más una actitud. Por ejemplo, la primera vez que me apunté al servicio de desempleo había terminado la carrera. La señora que estaba detrás del escritorio cuando me vio aparecer con la silla de ruedas en lugar de pedirme mi currículum, mis notas y todo eso me dijo: "Vas en silla de ruedas. Espera, que apunto. Certificado de minusvalía, ¿qué porcentaje tienes? ¿Qué no puedes hacer?". A esa señora hoy le diría: "Mire señora, nada, y creo que en cualquier caso a quien me quiera contratar no le va a importar lo que no puedo hacer. Creo que lo que más le tiene que importar es lo que sí que puedo hacer". Quizás cambiaría ese tipo de contestaciones que tienen más que ver con la actitud que con hechos concretos.

    P. ¿Sigue habiendo muchas barreras en la sociedad para las personas con discapacidad?

    R. Sí. En el caso de personas como yo, hemos tenido cierto reconocimiento y aceptación en la sociedad porque somos deportistas. Al ser más conocida dan por hecho que puedes hacer muchas cosas. Pero hay mucha gente que es como yo y que no practica deporte, no sale los periódicos y la gente no conoce su historia. Siempre digo que no podemos juzgar a nadie y todavía caemos mucho en juzgar a la gente sin conocerla de verdad, nos quedamos solamente con la apariencia. A lo mejor voy por la calle y me ven con la silla eléctrica y dicen: " ¡Ay, pobrecita!". Y además no muevo el brazo ahora. Puedo entenderlo, pero no te quedes solamente con eso, dame cinco segundos y en cinco segundos te convenzo de todo lo que sí que puedo hacer.

    No poder controlar tu cuerpo es difícil

    P. De hecho usted es experta en exprimir la vida.

    R. He hecho un montón de cosas y las que me quedan por hacer. He subido pirámides a culo, he ido al desierto un montón de veces, he nadado con tortugas y tiburones... ¡Y voy a salir en cromos! Va a ser en una colección de los Juegos de París a nivel internacional. Estoy súper emocionada porque lo primero que pienso es en mi hijo, que en cuanto se lo dije ya quiere hacer la colección completa.

    P. Hablando de su hijo... Usted forma parte de la Comisión de Maternidad y Deporte del COE que lidera Ona Carbonell. ¿Queda mucho por hacer?

    R. Sí, cuando me quedé embarazada se trató como una lesión deportiva y no como una baja por maternidad lo cual, visto desde hoy, parece una burrada. Entonces era la única fórmula que existía para que no me retiraran la beca porque no se habían dado casos. Dos deportistas nos quedamos embarazadas prácticamente a la vez y no había surgido hasta entonces esta realidad entre las deportistas paralímpicas. Ahora ya ha habido más que han tenido embarazos y que han sido bajas por maternidad. Pero todavía tenemos que seguir al pie del cañón porque al final somos deportistas, viajamos mucho y conlleva también la separación de nuestros hijos. Yo recuerdo en mi primer Europeo en Berlín después de haber dado a luz que yo salía corriendo de competir y me quitaba el bañador para darle el pecho al niño. Que en las concentraciones en Centros de Alto Rendimiento podamos contratar a alguien para que cuiden a nuestros hijos mientras estamos entrenando. Que los bebés puedan estar en la Villa Olímpica y Paralímpica con nosotras. Bueno, son cosas que yo creo que poco a poco. Al final la maternidad no tiene por qué romper tu vida deportiva, es como un paréntesis.

    P. En Tokio no pudo estar acompañada de su hijo y del resto de la familia pero en París sí. Acudirá a ellos con 48 años. ¿Ha decidido ya si serán los últimos o hay Teresa Perales para rato?

    R. Si tu pregunta es si París serán los últimos no te puedo responder porque depende de cómo salgan. Siempre he pensado que en el momento en que no pueda ganar ninguna medalla y todo el mundo me gane, quizá sea el momento de retirarme. Siempre dije que no me retiraría arriba. Tengo derecho a retirarme cuando me dé la gana. Nadie tiene que retirarme por no ganar medallas porque hay gente que no consigue ganarlas en toda una vida y sigue yendo a muchísimos Juegos. Tengo derecho también a disfrutar de esto. Y si la pregunta que me haces es si me voy a retirar después de los Juegos de París, la respuesta es sí. Lo que no sé es cuándo, puede ser al año siguiente, al siguiente, al siguiente o después de Los Ángeles, pero obviamente después de París. Cada competición es un pasito más, un caramelito más para mí. Me encanta competir.

    P. ¿Qué queda de la Teresa Perales que soñaba con ser médico e ir de misiones?

    R. Queda la del voluntariado social, que no se queda quieta viendo como el mundo va hacia donde no quieres. Sigo construyendo otras formas de poder trabajar con gente, de poder ayudar y de poder intentar cubrir ciertos espacios que ahora mismo considero que están vacíos como en el deporte inclusivo. Hay un camino intermedio que ya está construido, pero me faltan dos partes fundamentales: la súper mega base y el tejado. La primera es la puerta de entrada para dar opción a que todo el mundo pueda practicar deporte. Seguimos con la idea de que si tienes discapacidad tienes que ir a un club de personas con discapacidad. No, cualquier club, del deporte que sea, puede crear secciones de deporte adaptado. Yo he estado 25 años compitiendo en Zaragoza y nunca jamás he tenido una licencia deportiva por un club de natación de allí. La tuve con uno ciclista que abrió la sección de natación adaptada. Yo pagaba la licencia del club y me organizaba los viajes, todo, absolutamente todo. Pero yo no quiero que la gente viva eso, quiero que tenga más oportunidades. Y el tejado es organizar una competición con cuatro nadadores olímpicos y cuatro paralímpicos mezclados. En las ocho calles de la piscina veremos ocho líneas de récord del mundo y en la pantalla el tiempo que cada uno está haciendo respecto al de su prueba. Consigues puntos por porcentajes de aproximación al récord. Lo he registrado para hacerlo con mi Fundación.

    P. ¿Es verdad que intentó ser piloto militar cuando era joven?

    R. Recién terminado el colegio, creo que antes de la Universidad, me presenté en Proa, la Academia Militar de Piloto de Aviación Militar. Entré por la puerta, me midieron y me dijeron que me faltaba un centímetro. Soy bajita (se ríe). También he de decir que había una amiga que quería hacerlo y yo la acompañé. Ella quería serlo por la parte de Ingeniería y yo por la de Medicina.

    P. Y otra curiosidad. ¿Por qué en sus charlas a veces usa el cubo de Rubik?

    R. Porque me sirve para explicar mi propia filosofía de vida. El cubo de Rubik tiene 4 elevado a 'n' millones de movimientos posibles y es como la vida de cualquier persona. Tú tienes millones de movimientos posibles y casi todos los días terminas haciendo los mismos. Tiramos para adelante sin valorar lo que tenemos. Hay distintas formas de resolverlo. Yo sólo sé con el método Fridrich, que es la forma más sencilla. Y me sirve para explicar que en la vida tenemos distintas formas de hacer las cosas. Tú caminas de pie y yo camino sentada. Es distinto, pero las dos vamos hasta el mismo sitio.

    No pasa nada porque hay una forma diferente de hacer las cosas. Es más, creo que es bueno que siempre haya formas distintas de hacer las cosas porque es la manera en la que cada uno aportamos nuestra propia creatividad.

    P. Ya que habla de la silla, ¿se ha imaginado alguna vez cómo hubiese sido su vida sin ella?

    R. La silla sólo es la forma con la que me muevo, la que me permite llegar hasta los sitios. Si no hubiese tenido que usarla seguiría midiendo 1, 62. Tampoco sé que habría sido de mi vida. Lo que sí que sé es que me gusta mucho cómo ha sido mi vida hasta ahora, con lo bueno y lo malo. No me quitaría nada, bueno alguna cosa física. Me quedaría como hace tres años.

    P. Como antes de Tokio. ¿Ha llegado a saber el diagnóstico de lo que le pasó?

    R. Tampoco quiero saber mucho porque no tengo necesidad. Yo soy más del día a día, de disfrutar los pequeños ratitos y quedarme con lo que tengo.

    Redacción:
    Almudena Rivera
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