P. Hablando de su hijo... Usted forma parte de la Comisión de Maternidad y Deporte del COE que lidera Ona Carbonell. ¿Queda mucho por hacer?
R. Sí, cuando me quedé embarazada se trató como una lesión deportiva y no como una baja por maternidad lo cual, visto desde hoy, parece una burrada. Entonces era la única fórmula que existía para que no me retiraran la beca porque no se habían dado casos. Dos deportistas nos quedamos embarazadas prácticamente a la vez y no había surgido hasta entonces esta realidad entre las deportistas paralímpicas. Ahora ya ha habido más que han tenido embarazos y que han sido bajas por maternidad. Pero todavía tenemos que seguir al pie del cañón porque al final somos deportistas, viajamos mucho y conlleva también la separación de nuestros hijos. Yo recuerdo en mi primer Europeo en Berlín después de haber dado a luz que yo salía corriendo de competir y me quitaba el bañador para darle el pecho al niño. Que en las concentraciones en Centros de Alto Rendimiento podamos contratar a alguien para que cuiden a nuestros hijos mientras estamos entrenando. Que los bebés puedan estar en la Villa Olímpica y Paralímpica con nosotras. Bueno, son cosas que yo creo que poco a poco. Al final la maternidad no tiene por qué romper tu vida deportiva, es como un paréntesis.
P. En Tokio no pudo estar acompañada de su hijo y del resto de la familia pero en París sí. Acudirá a ellos con 48 años. ¿Ha decidido ya si serán los últimos o hay Teresa Perales para rato?
R. Si tu pregunta es si París serán los últimos no te puedo responder porque depende de cómo salgan. Siempre he pensado que en el momento en que no pueda ganar ninguna medalla y todo el mundo me gane, quizá sea el momento de retirarme. Siempre dije que no me retiraría arriba. Tengo derecho a retirarme cuando me dé la gana. Nadie tiene que retirarme por no ganar medallas porque hay gente que no consigue ganarlas en toda una vida y sigue yendo a muchísimos Juegos. Tengo derecho también a disfrutar de esto. Y si la pregunta que me haces es si me voy a retirar después de los Juegos de París, la respuesta es sí. Lo que no sé es cuándo, puede ser al año siguiente, al siguiente, al siguiente o después de Los Ángeles, pero obviamente después de París. Cada competición es un pasito más, un caramelito más para mí. Me encanta competir.
P. ¿Qué queda de la Teresa Perales que soñaba con ser médico e ir de misiones?
R. Queda la del voluntariado social, que no se queda quieta viendo como el mundo va hacia donde no quieres. Sigo construyendo otras formas de poder trabajar con gente, de poder ayudar y de poder intentar cubrir ciertos espacios que ahora mismo considero que están vacíos como en el deporte inclusivo. Hay un camino intermedio que ya está construido, pero me faltan dos partes fundamentales: la súper mega base y el tejado. La primera es la puerta de entrada para dar opción a que todo el mundo pueda practicar deporte. Seguimos con la idea de que si tienes discapacidad tienes que ir a un club de personas con discapacidad. No, cualquier club, del deporte que sea, puede crear secciones de deporte adaptado. Yo he estado 25 años compitiendo en Zaragoza y nunca jamás he tenido una licencia deportiva por un club de natación de allí. La tuve con uno ciclista que abrió la sección de natación adaptada. Yo pagaba la licencia del club y me organizaba los viajes, todo, absolutamente todo. Pero yo no quiero que la gente viva eso, quiero que tenga más oportunidades. Y el tejado es organizar una competición con cuatro nadadores olímpicos y cuatro paralímpicos mezclados. En las ocho calles de la piscina veremos ocho líneas de récord del mundo y en la pantalla el tiempo que cada uno está haciendo respecto al de su prueba. Consigues puntos por porcentajes de aproximación al récord. Lo he registrado para hacerlo con mi Fundación.
P. ¿Es verdad que intentó ser piloto militar cuando era joven?
R. Recién terminado el colegio, creo que antes de la Universidad, me presenté en Proa, la Academia Militar de Piloto de Aviación Militar. Entré por la puerta, me midieron y me dijeron que me faltaba un centímetro. Soy bajita (se ríe). También he de decir que había una amiga que quería hacerlo y yo la acompañé. Ella quería serlo por la parte de Ingeniería y yo por la de Medicina.
P. Y otra curiosidad. ¿Por qué en sus charlas a veces usa el cubo de Rubik?
R. Porque me sirve para explicar mi propia filosofía de vida. El cubo de Rubik tiene 4 elevado a 'n' millones de movimientos posibles y es como la vida de cualquier persona. Tú tienes millones de movimientos posibles y casi todos los días terminas haciendo los mismos. Tiramos para adelante sin valorar lo que tenemos. Hay distintas formas de resolverlo. Yo sólo sé con el método Fridrich, que es la forma más sencilla. Y me sirve para explicar que en la vida tenemos distintas formas de hacer las cosas. Tú caminas de pie y yo camino sentada. Es distinto, pero las dos vamos hasta el mismo sitio.
No pasa nada porque hay una forma diferente de hacer las cosas. Es más, creo que es bueno que siempre haya formas distintas de hacer las cosas porque es la manera en la que cada uno aportamos nuestra propia creatividad.
P. Ya que habla de la silla, ¿se ha imaginado alguna vez cómo hubiese sido su vida sin ella?
R. La silla sólo es la forma con la que me muevo, la que me permite llegar hasta los sitios. Si no hubiese tenido que usarla seguiría midiendo 1, 62. Tampoco sé que habría sido de mi vida. Lo que sí que sé es que me gusta mucho cómo ha sido mi vida hasta ahora, con lo bueno y lo malo. No me quitaría nada, bueno alguna cosa física. Me quedaría como hace tres años.
P. Como antes de Tokio. ¿Ha llegado a saber el diagnóstico de lo que le pasó?
R. Tampoco quiero saber mucho porque no tengo necesidad. Yo soy más del día a día, de disfrutar los pequeños ratitos y quedarme con lo que tengo.
Redacción:
Almudena Rivera
Diseño / Maquetación / Infografía:
Emilio Alcalde - Raúl Escudero - Antonio Barrado - Miguel A. Carbonero -MARCANIT
SEO:
Adrián Torres
Fotografías:
Marta García - MARCA
Vídeo:
Marta García