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EAdiaratou Iglesias llega sonriente y puntual a su cita con MARCA en la pista interior de atletismo del Centro de Alto Rendimiento de Madrid, su casa durante los últimos tres años. Apenas hay deportistas porque luce el sol y la mayoría de atletas están entrenando en la exterior, que está recién renovada. “¡No sabes cómo está mi habitación de la Blume ahora mismo! La cantidad de cosas que se acumulan en sólo tres años...”, confiesa entre risas.
Ya ha empezado a organizar la mudanza a Lugo, su casa desde que dejó Mali por seguridad con 11 años con motivo de su albinismo. Tiene previsto marcharse el 17 de este mes. En la ciudad gallega fue donde comenzó a brillar. Primero a nivel regional, ganando los títulos de 100 y 200 metros de Galicia a nivel absoluto, es decir, ante atletas sin discapacidad. También subió al podio en Campeonatos de España sub 23 frente a deportistas sin problemas visuales. Dentro del mundo del atletismo paralímpico ha logrado colgarse el oro en todas las competiciones: Juegos, Mundiales y Europeos.
Desde que debutó en 2019 en el Mundial de Dubai sólo se le ha resistido el podio de París 2024. En los Juegos Paralímpicos de Tokio, sus primeros, debutó con un oro en 100 metros T13 (atletas con discapacidad visual) y una plata en 400.En la pista morada del Stade de de la capital gala acabó quinta y sexta, respectivamente. Antes de salir a competir en los 400, Iglesias llamó a Adolfo Vila, quien fuera su entrenador en el Lucus Caixa Rural hasta que se trasladó a vivir a Madrid, justo después de los Juegos de Tokio. Estaba nerviosa y recurrió a él para calmarse. De hecho, Vila llegó a pensar que no iba a competir.
Lejos de sus marcas
“No sentía la seguridad de que hubiera hecho con mi entrenador un análisis que me tranquilizase para correr el 400 porque es una prueba que me da bastante miedo. Antes me imponía, pero ahora me da miedo porque ha sido un año difícil. No sabía qué hacer y por eso le llamé. Adolfo intentó tranquilizarme al otro lado del teléfono porque estaba muy nerviosa. Me dio dos o tres consejos y fueron los que apliqué para correr”, desvela. Y acabó cuarta, lo que le sirvió para mantener la beca, pero con un tiempo de 56.98, lejos de su 55.53 de Tokio. Cuatro días antes, había acabado quinta al cruzar la meta de la final de los 100 metros tras registrar 12.51. Cuando abandonó Galicia su mejor marca en esa distancia era de 11.83.
“No siempre se gana y, aunque nunca lo había vivido, siempre lo he tenido presente. En algún momento podía pasar y estaba preparada para ello. Tengo todas las medallas habidas y por haber, todas las que se pueden ganar. Es verdad que aspiraba al podio y me veía lo suficientemente fuerte como para lograrlo y no lo he hecho. Pero si no se consigue, pues una lloradita y para adelante”, dice sonriendo la atleta con un 20% de visión debido a su albinismo.
No siempre se gana y, aunque nunca lo había vivido, siempre lo he tenido presente y estaba preparada para ello
Y adelante se avecina un futuro en casa, junto a los suyos, y bajo las instrucciones de Adolfo para tratar de recuperar su mejor versión. Ha sido una decisión muy meditada, poniendo en la balanza los pros y los contras de dejar un Centro de Alto Rendimiento. Pero, pese a los exigentes entrenamientos y a estar enfocada en buscar mejorar sus marcas, desde que está en Madrid no ha conseguido rebajarlas.
El hándicap de entrenar sola
“Mi entrenador y yo no hemos hallado la manera de llevarme a punto a las competiciones más importantes. Estaba siendo un poco difícil encontrar mi mejor estado de forma, que sintiese que me podía comer el mundo. Esa sensación no la he tenido durante los años que he vivido aquí en Madrid. Vuelvo a Galicia porque considero que la forma de entrenar de Adolfo me iba bastante bien”, explica.
Vuelvo a Galicia porque considero que la forma de entrenar de Adolfo me iba bastante bien
“Me hice atleta con él y entrenamos juntos muchos años. Lugo es una ciudad muy pequeña y al final se hace mucha piña. Es como un padre para mí y ese vínculo también hace. Cree mucho en mí y es un punto extra. No sé que hace que su receta funcione conmigo, pero me ayuda a que las cosas me salgan bien”, añade.
Y entre lo que más va a echar de menos de Madrid, además de a sus amigos (la atleta Desi Vila, la nadadora María Delgado y ella han sido una piña siempre), es entrenar en grupo. “Lo que más me va a costar es hacerlo sola. Era una de las cosas que me echaba un poco para atrás, pero luego pensaba que lo que me interesa ahora mismo es que los resultados deportivos sean buenos. A mis 25 años es el mejor momento para que salgan muy bien”, dice convencida.
Además, reconoce, que al estar en Lugo tendrá mayor tranquilidad y menos presión. “Después de no haber conseguido medalla en París, siento que el año que viene los focos no van a estar tanto encima de mí y eso me va a ayudar a que esté más concentrada en mis competiciones. Siempre intento sacar lo positivo de lo negativo y el no haber subido al podio me da más ganas de intentarlo para el año que viene en el Mundial de la India. Que haya salido mal en París no quiere decir que no esté en forma, sólo es una carrera. Estoy tranquila porque tengo la sensación de que lo hice lo mejor que pude. Y mi recuerdo de París, pese a los resultados, es bueno”, reflexiona.
No haber subido al podio en París me da más ganas de intentarlo para el Mundial del próximo año
Lo que está claro que no ha perdido es su ambición. “El hecho de que no haya traído ninguna medalla este año no hace que no piense en una medalla mundial el año que viene. Para nada, soy capaz de conseguirla. Esa mentalidad la tengo siempre. Ahora bien, que salga o no eso ya no depende de nosotros. Lo único que depende de nosotros es entrenar para estar en forma y llegar bien. Estoy en el camino y la medalla siempre está en mi mente”, dice sonriendo.
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