Su nombre es Yang y es peluquero en el epicentro de la pandemia de coronavirus. Este barbero de la localidad china de Wuhan ha regresado al trabajo después de 76 días de confinamiento. "Si mis clientes estornudan o tosen o lo hago yo, nos contagiaremos", asegura Yang provisto a partir de ahora y hasta nuevo aviso con este modelo casero de mascarilla.
La ha fabricado él mismo a partir de una botella de plástico, un tubo, y un trozo de papel higiénico sujeto con una goma en el extremo. El tubo, explica, va a la espalda, de forma que su respiración no llega de manera frontal a nadie. No todos los negocios han abierto sus puertas en Wuhan.
El regreso a la normalidad está siendo lento. Muchos vecinos de la ciudad todavía tienen miedo a nuevos contagios. Yang ha perdido a la mitad de sus clientes, pero los que quedan siguen disfrutando de un afeitado profesional en tiempos de COVID-19.
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