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En 1986, Nintendo cambió la forma en la que los jugadores interactuaban con los mundos virtuales. The Legend of Zelda rompió esquemas y presentó un tipo de experiencia nunca vista.
Gracias al genio creativo del nipón, la industria reformuló la manera en que entendía los videojuegos. Precursor de los mundos abiertos junto a Ultima I: el primer año de la Oscuridad, Zelda nos enseñó a vivir un nuevo tipo de aventura.
Por suerte, aquello solo fue el principio. En sus casi cuarenta años de historia, Hyrule ha dado mucho de sí. Sin embargo, no habría sido posible sin Shigeru Miyamoto y el a veces olvidado Takashi Tezuka, diseñador principal de The Legend of Zelda.
Ambos, junto al legendario Satoru Iwata, dirigieron uno de los juegos más importantes de la historia.
The Legend of Zelda: de la idea a la realidad
Durante mucho tiempo, Miyamoto y Tezuka estuvieron trabajando codo con codo en dos de los proyectos más importantes de Nintendo: Super Mario Bros. (1985) y The Legend of Zelda (1986). Su desarrollo fue bastante singular. Miyamoto y Tezuka desarrollaron ambos juegos casi a la vez.
Al hacerlo de esta manera, nacieron muchas ideas que podían funcionar en ambos. Finalmente, Shigeru decidió el destino de cada una de estas ideas. En el proceso, optó por dos enfoques narrativos distintos: Mario sería más lineal, mientras que Zelda sería un mundo abierto.
La idea era obligar a los jugadores a reflexionar sobre cómo continuar con su aventura. No fue fácil. Por ejemplo, en una primera fase de desarrollo, Link tenía su espada desde el principio. Sin embargo, los jugadores no sabían qué hacer. Por eso Miyamoto decidió quitársela.
Al hacerlo pudo crear al anciano que le ofrece al héroe su primera arma al tiempo que le ofrece distintos consejos. El objetivo era hacer entender a los jugadores que no todo estaba hecho y que tenían que investigar. De todo esto nos habló Miyamoto hace años en una entrevista para Kotaku cuya versión de archivo sigue disponible.
En esta, el japonés explicó que Zelda confundió a los primeros en probarlo y que le pidieron hacer una mazmorra con un solo camino. "Los ignoré", explicó. Tras esto, les quitó la espada, obligándoles a iniciar una primera búsqueda básica.
Sin arma, Link no podía defenderse de los enemigos, así que cualquier jugador pensaría que necesitaba un arma. Con este movimiento les instó a pensar, obligándoles a hablar con el anciano. Haciendo esto, los jugadores empezaron a entender que The Legend of Zelda no era una aventura guiada y que necesitaban explorar.
A fin de cuentas, su principal objetivo era que el mundo fuera interactivo. Quería ofrecer "un jardín en miniatura donde [los jugadores] puedan hacer lo que quieran", reveló a GameSpot hace ya muchos años.
Como habréis podido comprobar, Miyamoto tuvo mucho peso en las decisiones más importantes del juego. Tanto es así que buena parte de The Legend of Zelda se basa en sus experiencias como niño. El japonés vivía a las afueras de Kioto (Japón).
En otras palabras: había muchas zonas rurales cerca de casa. De joven, se dedicó a explorar toda clase de lugares, desde pequeñas cuevas hasta algún que otro bosque.
Una vez, "cuando viajé por el país sin mapa e intentaba encontrar el camino, descubrí cosas realmente sorprendentes. Me di cuenta de que eso era lo que uno debía sentir al iniciar una aventura", dijo, tal y como recoge el libro Game over: How Nintendo Conquered the World (1993, David Sheff, página 51).
El mundo de Hyrule
Por lo tanto, podemos decir que The Legend of Zelda nació gracias al afán aventurero de un muchacho de pueblo. Es más complejo que todo esto, pero ya me entendéis. El caso es que The Legend of Zelda asentó un concepto pocas veces visto.
Por supuesto, nada de esto habría servido sin una historia interesante. Como es lógico, la complejidad narrativa de aquel primer The Legend of Zelda es muy baja si la comparamos con cualquiera de sus contrapartes modernos.
No había tanto espacio ni tantos recursos técnicos como ahora, por lo que todo se resumió en un set de ocho niveles con sus respectivos jefes de mazmorra. No obstante, aquel juego trajo consigo dos aspectos muy interesantes.
Para empezar, podíamos explorar el mapa en casi cualquier orden. En el primer The Legend of Zelda, todas las zonas son explorables desde el principio, por lo que no había una trama lineal muy definida. Sin embargo, no podíamos completarlas todas nada más comenzar.
Había zonas inaccesibles, como la isla de Gleeok. Si no teníamos la balsa, no podíamos ir, y esta solo se podía obtener en el nivel 3. Por lo tanto, aunque no había un camino preestablecido, sí que existían ciertas condiciones.
Debido a esto, el mundo de Hyrule se convirtió en uno de los más interactivos de la época. Eso por un lado. El otro detalle que hoy en día me sigue fascinando es que la historia se contaba a través del manual de instrucciones.
Más allá de esto, lo único que nos ofrecía The Legend of Zelda era un vídeo de introducción y varias pistas contextuales a través del propio escenario. Gracias a todo esto descubrimos que el mundo de The Legend of Zelda se llama Hyrule y que este estaba en peligro.
Ganon, el Príncipe de la Oscuridad, invadió el reino e intentó robar la Trifuerza de Poder, un artefacto capaz de otorgarle a su dueño una fuerza sin igual. Para evitar que la Trifuerza cayera en malas manos, la Princesa Zelda decidió dividirla en ocho fragmentos.
Por desgracia, Zelda fue secuestrada, pero logró transmitirle un mensaje a su niñera Impa: que encontrara a un héroe digno que pudiera salvar al reino. Mientras busca, la anciana es atacada por los secuaces de Ganon. Es ahí cuando aparece Link, quien finalmente se convierte en el elegido.
Los primeros pasos de una saga legendaria
Como habréis podido comprobar, este primer escenario es relativamente sencillo, puesto que la mayoría de conceptos son bastante escuetos. Con el tiempo, se fueron desarrollando, creando un universo cada vez más extenso.
En general, The Legend of Zelda no era un juego muy complejo. Sin embargo, hay que entender que en aquellos años la industria tecnológica estaba mucho más limitada que ahora. Como juego de acción era un tanto simple.
Todo consistía en controlar a Link, personaje principal, con una cámara aérea. Al principio solo tenemos una espada y un escudo, pero a medida que avanzamos por el mundo, vamos adquiriendo nuevas armas (como el arco) y rios (como la balsa).
Lo interesante es que, al completar el juego, se desbloqueaba Second Quest, una versión más difícil de la aventura original. En ella se alteraba la ubicación de los calabozos, se cambiaban ciertos objetos y se fortalecían a los enemigos. Cabe mencionar que esto no era exclusivo de The Legend of Zelda.
Dicho esto, y casi para terminar, su lanzamiento también tuvo su aquel. Al principio Nintendo no estaba del todo segura de si el juego funcionaría. Por suerte, sus dudas se disiparon en seguida: fue un éxito rotundo.
Con 6,5 millones de unidades vendidas, dejó claro al mundo que Link, Zelda y Ganon habían llegado para quedarse. Es más, muchos consideran que es uno de los grandes precursores de los mundos abiertos y los RPG.
Fue un auténtico exitazo. Tanto que se lanzó Zelda II: The Adventure of Link al año siguiente. No obstante, de este os hablaremos otro día.
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