- BEGOÑA FLEITAS
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Trabajo, trabajo, trabajo
Ningún éxito llega y se mantiene en el tiempo por casualidad. Tras una medalla, puede haber genética y un buen contexto deportivo, pero sobre todo hay dedicación. Las cualidades fisiológicas del jamaicano, con 1,93 m de altura, le hacen único, pero no se hubiera convertido en el mejor velocista de todos los tiempos sin años entrenamiento, una dedicación que su hija debería emular si quiere seguir los pasos del padre. "Un atleta puede destacar ya en categorías inferiores, pero dependerá de su nivel de desarrollo", asegura Jorge Marín, responsable de velocidad de la RFEA. "Bolt destacó pronto, con 17 años. Y fue capaz de mantener ese nivel y aumentarlo con creces".
Aunque la descendiente del jamaicano no heredara su altura, ejemplos como los de su compatriota Fraser-Price -campeona olímpica y mundial que sólo mide 1,60 m-, certifican que lo importante es encontrar el equilibrio entre la amplitud y frecuencia de zancada (49.58 zancadas en 100 m en la final mundial de 2009). "La clave es la aceleración, supone un 60% del éxito de la carrera", asegura Marín. De ahí que Bolt hiciera de su altura una ventaja en la segunda mitad de carrera (41 zancadas en total por 45 de sus rivales).
Fraser-Pryce entra como un cohete en la leyenda con su cuarto oro mundial en los 100Con sólo días de vida, mucho camino le resta a la pequeña hija de Bolt para definir su futuro. Pero el refranero popular es sabio: 'De tal palo, tal astilla'. Y lo cierto es que su genética y su entorno la convierten en gran candidata a batir récords... si se vuelca con ello.
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