Mis 3 momentos favoritos del Baloncesto Europeo en los aos 90 4y6241
jueves, 12 octubre 2017, 01:18 t43p
Comienza la Euroliga. Un ao ms, la mejor competicin de baloncesto de nuestro continente inicia el camino con sus 16 equipos que terminar en una apasionante Final Four. Este ao en Belgrado. Y me dio por recordar una dcada del baloncesto, la de los aos 90, en la cual me pagaban a final de mes (casi siempre), por jugar menos partidos y menos minutos de los que hubiera deseado, junto a compaeros y rivales con los que jams haba soado poder compartir la misma cancha y vestuarios. Entre 1990 y el ao 2000 no tuve que pagar una sola entrada para ver en directo a los grandes figuras del baloncesto europeo. All me col, como Ana, Jos Mara y Nacho lo hacan en nuestras fiestas de entonces.
1. Toni Kukoc, 1993. El ao anterior habamos hecho un tour de gran xito entre la crtica y pblico por todo el continente europeo. Habamos visitado a la lite del baloncesto, los habamos mirado a todos a los ojos saliendo muy vivos del intento, impactados y agradecidos por semejante aventura. Mitos de infancia como La Mano de Elas, la casa del Maccabi en Tel Aviv desde la que Hctor Quiroga narraba los pases largos de Corbaln a Iturriaga y las idnticas respuestas de Aroesti con Berkowitz; Dracmas que caan en Salnica, peripecia sin la cual faltaba un sello principal en el pasaporte de jugador profesional de entonces; o broncas de D'Antoni a los rbitros, a dos metros de distancia y en el mismo tnel de vestuarios, cuando apenas un lustro antes lo idolatrbamos desde el televisor vindole prolongar las tcticas de Dan Peterson en aquella Tracer Milan de McAdoo, Riva, y el inimitable Roberto Premier. Se nos escapaba algo por ver en directo, incluso con entrada de pista sudando la camiseta? La respuesta la tuvimos en la visita a Treviso, donde nos hara de anfitrin Toni Kukoc, que haba cambiado la mejor camiseta croata de todos los tiempos -aquel feo amarillo de la Jugoplstica tricampen de Europa, su primer 'threepeat'-, por la moda Benetton y un bolsillo repleto de liras. La contraprestacin era seguir imponiendo su dominio FIBA como el experimento mejor acabado hasta entonces de jugador del siglo XXI. Si a uno ya le costaba centrarse en su par cuando defenda, pueden imaginarse lo sucecido en aquella palestra italiana, ni siquiera con la mitad de aforo vendido esa noche. Se iba uno a perder con 21 aos una super produccin americana de primera (Mr. Benetton haba comprado en el pack a Terry Teagle, que llegaba directamente de Los Angeles Lakers), por estar pendiente de cumplir en el trabajo, persiguiendo a un base de cuyo nombre ni me acuerdo, cuya misin era pasar el medio campo y entregar el baln Mr. Basketball reencarnado en base-alero-pvot croata, -encima zurdo!- y casi siete pies de altura? Cualquier verdadero aficionado al baloncesto hubiera entendido mi prioridad.
2. Arvidas Sabonis, 1994. Cualquiera de ustedes, si llegaron al mundo como mnimo en los aos 70 del pasado siglo, y alguien les transmiti cierto amor por este juego, podr recitar casi de memoria los mejores momentos europeos del que segn los entendidos habra llegado a ser uno de los 3 mejores pvots de la Historia del Baloncesto, de haber competido con los dos pies sanos toda su carrera. Probablemente el relevo de Vladimir Tkachenko por Sabonis, como rascacielos de la Unin Sovitica, fue la autntica perestroika de nuestro deporte en los aos 80. "Si sois muchos ms, mucho ms grandes y fuertes... al menos ganadnos a color y no en blanco y negro". El primer pase por debajo de las piernas de Sabas con la apretada camiseta roja de CC, desde sus 221 cm. de libertad -jams igualdad- en la pista, fue el gran martillazo al muro del viejo baloncesto europeo. Al Tsska ruso de Gomelski en el banquillo, con el coronel Tarakanov de capitn y un ninguneado Tkachenko poniendo bloqueos, lo empez a mojar la oreja el Zalguiris lituano del sonriente Vladas Garastas en la banda, con Homicius o Kurtinaitis tirando de nueve metros segn llegaban y Sabonis echndoles broncas porque los muy cabrones se resistan a contar con l para que hiciera lo mismo. Su paso por la ACB teniendo que jugar a la pata coja casi 7 aos, fue como la escala tcnica de un portaaviones aliado de la Segunda Guerra Mundial en una preciosa isla llena de gente amable; su fortaleza no le sentaba igual de bien a todo el mundo. Por ejemplo a sus jams bien pagadas parejas rivales de baile, que casi siempre salan ridiculizados, y a menudo magullados. Por eso jams podr olvidar la historia sucedida con uno de mis compaeros de entonces, Slavtko Kotnik, un esforzado pvot esloveno que aterriz en Madrid para ocupar una baja en el equipo. En mitad de un partido intrascendente -el tercer y cuarto puesto de la Copa del Rey, hoy ya desaparecido- Slavtko decidi por su cuenta y para riesgo de todos frenar los abusos tcnicos y fsicos de Sabas con un tremendo codazo en la cara, con el baln en otra parte de la cancha y el partido en su estertor. Cuando Arvydas se enter de lo que le haba pasado -el codazo lo haba dejado atontado un buen rato-, su entrada hacia el tunel de vestuarios para devolver el asunto al sitio debido (como mnimo la ejecucin sumaria de mi descerebrado compaero), nos provoc a todos una taquicardia de la que tardamos tiempo en recuperarnos. Si le dejan entrar aqu, ir slo a por Slavkto, o ya que est acabar con el equipo entero? Qu forma ms curiosa habra sido de pasar a la Historia del Baloncesto, asociado para siempre al ms grande de todos. Lstima que lo calmaran a tiempo.
3. Juan Carlos Navarro y Ral Lpez, 1999. Con esta historia no pienso ceder a la tentacin de entrar en google a mirar nada. La escribo tal y como me viene y tal y como nos lleg a todos, con la frescura y la improvisacin que hicieron y hacen verdadero honor a sus protagonistas. Hablamos lgicamente de aquel Campeonato del Mundo Junior, donde probablemente todo comenz. La unidad de medida de nuestro Imperio del Baloncesto, debera ser Lisboa, ao cero antes y despus de la Generacin, con la G de gigantes y aquel mtico reportaje; Los Buscadores de Oro. Y debemos recordar que aquel grupo de elegidos, en aquel momento, no estaban comandados por Pau Gasol, sino por Juan Carlos y Ral Lpez. De repente, en la casa de verano familiar nos juntamos unos cuantos porque esa misma maana el Marca avisaba de que unos chavales se las vean con Estados Unidos, y nos hizo gracia la llamada. Era un motivo perfecto para cerrar un da de veraneo, probablemente despus de haber jugado un rato al tenis, y con grandes aficionados al baloncesto alrededor. Lo que all vimos super nuestras expectativas ms optimistas. Nos acerc de repente al nacimiento de un nuevo jugador espaol de baloncesto, que hasta entonces nos era desconocido. En Espaa se haban criado jugadores excepcionales. Algunos de ellos entre la lite europea de siempre. Grandes tiradores, fiables pasadores; defensores o atacantes de primer nivel. Pero todos ellos, sin excepcin, cumplan fielmente con un hecho deportivo incontestable; no haban nacido para competir con los jugadores americanos en cuanto a la posible velocidad de ejecucin de sus movimientos. Se poda competir con ellos, incluso vencerlos (sucedi en aquel Mundial de Cali de 1982, con el partido que todos recordamos y ninguno vimos), pero se haca jugando al baloncesto por otros medios. No al mismo que ellos podan poner en prctica.
Y de repente, lo que se nos vino encima aquella tarde-noche de verano, con una absurda narracin televisiva, por cierto, que casi nos arruina el regalo -tal fue su distorsin de la realidad e inquina injustificada por el rival, por el arbitraje... en fin-, lo que Juan Carlos y Ral nos ofrecieron, ellos sobre todo, con los dems a rebufo, fue el nacimiento del Spanish NBA Basketball por fin, un concepto que el gran Fernando Martn quiso protagonizar a mediados de los aos 80, con el mrito de los atrevidos, y que Navarro y Ral Lpez atraparon con las piernas, manos y cerebro de los elegidos.
De repente, dos chavales espaoles se movan por la pista como los jovenzuelos americanos. Eran capaces de ejecutar las acciones a la misma o mayor velocidad. De romper una cintura con un cambio de mano; de frenar en seco; de irse al aro o de dar un paso hacia atrs; incluso de lanzar el baln con sello propio a la canasta rival, con la firma de los preferidos. Lo que all pudimos ver y celebrar fue el nacimiento de un jugador espaol que no haba existido hasta el momento; y que tena pinta, a tenor del resultado de aquel partido, de que poda llegar a ser bastante mejor -incluso- de lo que haban sido los anteriores. Y result que aquellos dos genios slo eran los primeros colonos buscando oro. Que detrs venan ms.