- Crónica. Pesadilla en un martes sin 13
- Contracrónica. A Joao Félix hay que protegerle de las patadas rivales... y también de un Atlético muy lejos de su nivel
El Atlético no gana para disgustos con el VAR, ya sea en España o en Europa. Sonadas habían sido las quejas rojiblancas con el sistema de videoarbitraje, su protocolo y su uso en la competición doméstica, pues ahora se extienden al continente. No es para menos, pues el 2-0 final podría haber sido bien distinto si a los 22 minutos las cámaras de televisión hubieran ayudado a alertar de lo que parecía: un penalti clamoroso.
Resulta complicado de entender que tras revisar las imágenes, el árbitro no recibiera la orden de ir a ver la jugada o la noticia de que la mano cometida por Tapsoba había sido flagrante. Se desconoce la interpretación que se habrá dado desde la sala de videoarbitraje, pero lo cierto es que es incomprensible que no hayan considerado ilegal la acción. Bien es cierto que el defensa no tendría intención de golpear al balón con su mano, pero no queda ninguna duda de que lo hizo.
Un penalti que podría haber allanado el partido para el Atlético, pues el 0-1 habría obligado a los alemanes a cambiar su modo de juego. Pero como no fue así, posibilitó que llegaran con vida al arreón final en el que se llevarían por delante a los rojiblancos.
No obstante, más allá de esa jugada en cuestión, en el vestuario del Atlético también se instauraba el mismo malestar que vienen sintiendo en España, que es el de indefensión ante las faltas reiteradas. Así, Joao Félix, sobre todo, y Morata, serían objeto de continuos golpes sin que fueran castigados con tarjetas que cortaran el juego duro. Lamentos que ya no sirven de nada, pues ahora la realidad es que los hombres de Simeone se van de vacío por más que hayan visto cómo un claro penalti no les era concedido.