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nunca una derrota puede darse por buena. Pero caer 2-1 ante el Real Madrid, en una Champions en la que es el gran denominador, después de sobreponerse a un gol a las primeras de cambio, controlando el juego hasta el punto de llegar a dar una mejor impresión durante buena parte del partido y, en definitiva, compitiendo de tú a tú, deja en el vestuario del Atlético un firme convencimiento: la gesta se completa en el Metropolitano. Como la temporada pasada frente al Inter, como en las noches de gloria frente al Bayer y el Barcelona en el Calderón para seguir adelante en las ediciones de 2014-15 y 2015-16.
Pese a que el eterno rival se presentará la próxima semana en la olla a presión rojiblanca con una ligera ventaja, haber salido del Bernabéu sin encajar un tercer gol mantiene con vida a un Atlético que vuelve a encomendarse a los tres precedentes en los que Simeone volteó un resultado adverso en la Champions. Aunque mediaran dos tandas de penaltis, toca ponerse el traje con el que remontó el 1-0 de Leverkusen y de Milán y el 2-1 con el que se saldó su visita al Camp Nou en tiempos de la MSN.
En este sentido, no sólo El Cholo es consciente de la importancia de haber conseguido que la eliminatoria se resuelva al calor de la afición del Atlético, sino que los pesos pesados del vestuario también le dan el valor que quizás no deja ver la derrota. Sobre todo, porque varios de ellos fueron protagonistas de esos momentos para la historia que marcan ahora el camino.
Empezando por Oblak, que comenzó a forjar su leyenda como mejor portero de la historia del Atlético precisamente en la primera gran remontada europea del Cholismo. Tras haber vivido desde el banquillo la derrota por la mínima en el BayArena, una lesión de Moyá a los 22 minutos sería la antesala de su heroica aparición: no sólo sostendría el gol de Mario Suárez para forzar la prórroga, sino que acabaría deteniendo un penalti en la tanda que llevaría al Atlético a los cuartos de final en 2015.
Griezmann, a la campaña siguiente, sería el encargado de traducir en oro una derrota por la mínima en casa de uno de los dos grandes de España y Europa. Su doblete en el Calderón, emulando al de Luis Suárez en el Camp Nou, serviría para hacer valer el tanto de Torres en aquel 2-1 de la ida. Del mismo modo que ahora la obra de arte de Julián Alvarez en el Bernabéu puede acabar resultando clave para tumbar al Real Madrid.
Una remontada dentro de la remontada
Lejos de tratarse de gestas del pasado, no hay más que retrotraerse al último ejercicio para encontrar otro precedente de que el Atlético también sabe cómo levantarse en la Champions con el Metropolitano como gran aliado. Por partida doble, pues además del 1-0 en Milán, el entonces vigente subcampeón de Europa se adelantaba en la vuelta, complicando más aún el pase. Sin embargo, Griezmann devolvería la ilusión, Memphis llevaría al éxtasis a tres minutos del final tras un pase de Koke (presente en todas estas remontadas) y Oblak volvería a ser decisivo en la tanda de penaltis para completar la machada y poner en máxima ebullición a la caldera que ya espera al Real Madrid.
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