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- Directo. Barça - Villarreal
Hay goles que se celebran, otros que se iran, y luego están aquellos que trascienden, que quedan grabados en la memoria colectiva del fútbol como obras de arte irrepetibles. El 25 de noviembre de 2006, en el Camp Nou, Ronaldinho Gaúcho firmó uno de esos goles inmortales. Fue una chilena mágica ante el Villarreal, un destello de fantasía que resumió en un solo gesto todo lo que representó el brasileño: talento puro, alegría desbordante y una conexión casi mística con el balón.
El FC Barcelona recibía esa noche al Villarreal en la jornada 12 de LaLiga 2006/07. Aquel era un Barça aún liderado por Frank Rijkaard desde el banquillo, con Ronaldinho como faro creativo y carismático del equipo. Aunque el conjunto blaugrana no atravesaba su pico más alto tras haber ganado la Champions League meses antes, seguía contando con un plantel formidable: Deco, Xavi, Iniesta, Puyol... El Camp Nou, repleto como siempre, aguardaba una noche más de fútbol, sin imaginar que presenciaría un acto de genio que daría la vuelta al mundo.
Un partido bajo control y una genialidad inesperada
El encuentro comenzó con dominio del Barcelona, aunque sin grandes alardes. El Villarreal, dirigido por Manuel Pellegrini, había logrado consolidarse como un equipo competitivo, con nombres como Marcos Senna o Diego Forlán. El partido parecía encaminado hacia una victoria controlada del Barcelona, que se adelantó con un gol de penalti, anotado por el propio Ronaldinho en el primer tiempo.
Pero el momento cumbre llegó en el minuto 87. Con el marcador 3-0 a favor del Barça, Zambrotta avanzó por la banda derecha y centró al área. La pelota, tras el control, se le quedó un poco retrasada, algo incómoda para rematar. Pero Ronaldinho, como si el tiempo se detuviera, hizo lo que nadie esperaba: se elevó de espaldas a la portería y, con una plasticidad exquisita, conectó una chilena perfecta que se coló por encima del portero.
La magia de un futbolista irrepetible
Aquella chilena no fue solo un gol. Fue un recordatorio de por qué Ronaldinho fue mucho más que un gran jugador: fue un artista. En tiempos donde la eficacia domina al espectáculo, el brasileño se erigía como un símbolo de lo lúdico, de lo inesperado, de lo que no se puede enseñar ni repetir. Su fútbol no solo resolvía partidos, emocionaba.
El gol ante el Villarreal se incluye con frecuencia en listas de las mejores chilenas de todos los tiempos. Más allá de su belleza técnica, lo que lo hizo especial fue el contexto: no fue un gesto desesperado ni fruto del azar, sino una decisión consciente, ejecutada con precisión quirúrgica, en un momento en el que nadie lo esperaba. Fue, en esencia, Ronaldinho en estado puro.
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