No hay un deporte igual. Es imposible de analizar. Es imposible encontrar una situación así en cualquier otro deporte. Es el fútbol. En otras disciplinas deportivas, las estadísticas no suelen engañar. El fútbol en cambio, no hay quién lo entienda. Un equipo que realiza 27 remates a portería pierde con uno que tan solo hace dos remates. Suficientes para que uno de los dos acabe en gol.
Llegaba el PSG al duelo ante el Liverpool en su mejor momento de la temporada. Con números de equipo que viaja en avión. El rival, no le iba a la zaga. El mejor de Europa durante muchos meses. Durante casi 90 minutos, los ses llevaron al límite a los de Anfield. Superados en casi todas las fases del juego, los de Arne Slot se agarraron a Alisson. El meta volvió a rememorar una etapa de su carrera que parecía ya olvidada. 27 remates a portería de los de Luis Enrique, 10 paradas descomunales del brasileño.
Kvaratskhelia, Dembélé, Barcola, Hakimi, Nuno Mendes... Daba igual el nombre del jugador del PSG que buscase el gol. Siempre encontraba la misma respuesta. Alisson fue capaz de sostener durante casi 90 minutos a los suyos. El dominio del PSG era abrumador pero el gol no llegaba. Situación que ya han vivido alguna vez esta temporada los chicos de Luis Enrique.
Sin cambios en el guion que había diseñado el técnico asturiano para el partido. Pese a unos primeros minutos de tanteo, el PSG se apoderó del balón y de las ocasiones. Una a una fueron acumulando situaciones de gol hasta sumar los 27 remates ya mencionados. No hubo manera. Alisson unas veces, la defensa en otras y la mala puntería en las demás, dejaron a cero a los parisinos.
Cuando el partido agonizaba, Arne Slot decidió retirar del campo a su estrella. Un desaparecido Salah abandonaba el césped del Parque de los Príncipes contrariado. El egipcio no había podido brillar, pero confiaba todavía en tener su oportunidad. No fue él, fue su sustituto, Harvey Elliott, el que obró el milagro. De un balón a la nada sacó Darwin Núñez una asistencia que fue medio gol. Lo peleó el uruguayo, lo remachó el británico con su pierna izquierda. Cuando el Liverpool daba por bueno el empate llegó el gol del triunfo. Un triunfo que vuelve a demostrar que el fútbol es un deporte imposible de explicar. 27 remates después, se llevó la victoria el que chutó dos veces. Anfield sonríe.
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