Mikel Oyarzabal hizo soñar aún más a la Real Sociedad con dar la gran sorpresa en el Santiago Bernabéu y estar en la final del próximo 26 de abril, al marcar el 1-3 que daba el pase, un resultado que el Real Madrid acortó primero e igualó después. El capitán volvió a anotar para forzar la prórroga y volver a pelear un pase que al final no terminó produciendose.
Oyarzabal, como no podía ser de otra manera, fue titular y salió al Bernabéu con el objetivo de alargar su racha de tres goles en sólo siete días, el doblete con España del domingo día 23, y el tanto con el que el sábado 29 abrió el triunfo frente al Valladolid. El segundo con la selección y el marcado frente a los blanquivioletas fueron en jugada, después de dos meses y medio sumando sólo de penalti.
El capitán vio como uno de sus niños ‘mimados’ del vestuario, Ander Barrenetxea, aumentó el sueño de eliminar al Madrid en el minuto 16, aunque Endrick volvió a poner la eliminatoria en contra al empatar, en una primera parte en la que apenas pudo dejarse ver y, evidentemente, menos notar.
Oyarzabal celebró el 1-2 de Pablo Marín, que volvía a equilibrar el duelo, y apareció una vez más en un momento clave al subir el 1-3 al marcador, gracias eso sí a que su disparo tocó en Alaba y cambió de trayectoria. Ni que decir tiene que su euforia y la de toda la Real fue enorme, pero duró apenas dos minutos, los que tardó Vinicius en poner el 2-3, con una decepción total ya cuando Tchouameni hizo el 3-3, en un córner muy protestado por posible fuera de juego de Mbappé.
Casi dio el pase y forzó la prórroga
Era el minuto 88 y todo parecía perdido, pero de nuevo el de Eibar rescató a su equipo y volvió a adelantar a la Real en el partido, 3-4, y a empatar la semifinal, mandándola a la prórroga.
El 10 aguantó la primera parte de la prórroga, pero luego fue relevado, lo que indica que tenía que estar fatigadísimo, porque la eliminatoria iba a los penaltis, su especialidad. Antes de dejar el partido y el brazalete, agrupó a todos sus compañeros y les arengó de cara a los 15 últimos minutos, que vio desde el banquillo y en los que Rudiger hizo el que sería el definitivo 4-4 que hizo esfumarse la final.
Comentarios