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Iván Gil está de vuelta. El futbolista catalán reapareció el pasado sábado en el empate ante el Real Oviedo después de dos meses alejado de los terrenos de juego. Ocho partidos consecutivos sin minutos para un jugador que llegó en el mercado de invierno para ser diferencial, pero que no ha tenido continuidad por culpa de una lesión que se ha alargado en el tiempo y que ha impedido a la afición de Ipurua disfrutar de su talento y visión de juego.
Las cuatro apariciones de Gil habían sido como titular de la mano de Etxeberria, pero Beñat San José no había podido tenerle a sus órdenes. Sin embargo, el sábado no lo dudó y fue el segundo cambió que realizó con el fin de darle la vuelta a un partido que se había puesto cuesta arriba tras el gol de Alemao. "De perdidos al río", tuvo que pensar el técnico armero, que sacó del campo a Sergio Álvarez para dar entrada al ex del Andorra y situarle sorprendentemente en el doble pivote al lado de Matheus Pereira.
En una posición más retrasada de lo que está acostumbrado, Iván Gil firmó sus mejores minutos con la camiseta del Eibar. No sólo por ser el encargado de dar la asistencia a Jonmi Magunagoitia en la acción del empate. Antes de eso ya había dado muestras de su calidad filtrando varios pases. No es casualidad que casi todas sus acciones destacadas fuesen recibiendo libre de marca y con espacios para ver el fútbol de cara, que es cómo más cómodo se encuentra.
Porque aunque Iván Gil es un mediapunta que también puede actuar en banda, no es el típico ‘10’ con movilidad entre líneas y capacidad para jugar de espaldas. En el Andorra solía tener libertad para bajar a recibir a zonas intermedias o quedarse abierto en banda con la misión de tener espacio y tiempo suficiente para ver el fútbol de cara y a partir de ahí buscar la profundidad con sus pases. El sábado lo tuvo y el equipo lo agradeció.
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