Son numerosas las muestras de afecto que han ido produciéndose desde que el pasado viernes falleció Txetxu Rojo. El que fuese leyenda del Athletic y uno de los entrenadores más respetados del fútbol español, ha recibido gestos de cariño y de iración de todos los rincones. Pero sin duda, hay una anécdota que contó Santi Cañizares en su biografía que ha cobrado especial valor estos días.
Todo ocurrió en el verano de 1992. Con el guardameta recién llegado a Vigo y tras haberse proclamado campeón olímpico. "Recién llegado al Celta, en septiembre, tuve un problema familiar de índole económico que suponía perder la casa familiar por una deuda de tres millones de pesetas (18.000 euros) y mi padre recurrió a mí. Pedí ayuda al club en modo de un adelanto para resolver el tema, pero no se atendió mi petición, aunque esta situación llegó a oídos de Txetxu Rojo", relataba Cañizares en su biografía.
Lo sorprendente vino después, cuando el míster llamó a Cañizares para hablar del asunto. "Txetxu, que apenas me conocía desde hacía unas pocas semanas, me llamó a su despacho y, de sopetón, me ofreció un cheque suyo personal con la cantidad que yo necesitaba. Me dijo que no me quería tener en el equipo con problemas extradeportivos y que resolviera la situación. Lo hizo sin marcarme una fecha de devolución del dinero, pedirme documentación o hacerme firmar un papel", rememoraba 'Cañete' en uno de los capítulos de su biografía, según recoge EFE.
El ex futbolista manchego envió el dinero a su padre y la ejecución bancaria se paró de inmediato. Poco tiempo después, en octubre, el guardameta recibió el pago de la prima por ser oro olímpico por parte de la RFEF y con ese dinero pudo devolver al míster el anticipo. "Desde aquel momento, yo beso por cualquier sitio por el que deba pasar Txetxu Rojo", cerró Cañizares el capítulo del libro en el que recordaba aquel gesto del que considera "alguien especial, muy humano y un grandísimo deportista al que tuve la inmensa fortuna de cruzarme en mi vida".
