- Estadísticas del partido Así vivimos el Girona-Rayo
El nieto de la María ya sólo vuelve a casa por trabajo. Le han hecho contrato en una multinacional para dirigir una de sus sucursales y lo ha hecho tan bien que este año no para de viajar por Europa. Ha estado en París, en Milán y en Eindhoven y han ido a verle otros gigantes de su industria: el Liverpool estuvo en su oficina de Girona hace poco y el miércoles tiene reunión con el Arsenal. Pero en ese calendario tan apretado y con fechas marcadas con brilli-brilli, hay un viaje que le hace especial ilusión: Vallecas.
A Míchel le resulta incómodo enfrentarse al Rayo y todo lo que fue sucediendo amplificó esa sensación. Sabiéndole mermado por la baja de Miguel Gutiérrez, De Frutos martilleó a Blind hasta que el improvisado lateral se rompió antes de la media hora, de tanto forzar para seguirle. Si esa lesión ya era molesta, la de Gazzaniga le tuvo en un sinvivir. Con la espalda hecha polvo, el argentino aguantó más de diez minutos sobre el césped, haciendo un esfuerzo para simplemente mantenerse en pie, con tal de no gastar una ventaja de cambios antes del descanso. Sufrió, pero llegó al 45'.
En esa primera mitad el Rayo hizo más por marcar, aunque no acertó con la red rival. De Frutos cazó un centro de Chavarría en el 4', en el 10' Yangel tuvo que sacar la escoba en el área, en el 13' Camello se quedó a centímetros de emular a Benzema robándole la bola al portero y en el 26' Embarba soltó un zapatazo al palo corto que Gazzaniga se sacó de encima como pudo. En la hoja de servicios visitante, un gol anulado a Danjuma por ansias. Blind sacó rápido una falta que pilló dormida a la defensa del Rayo, pero Arnaut tuvo demasiada prisa y se coló en fuera de juego.
A jugar la segunda parte ya salió Pau López, que hace 20 días era presentado como nuevo portero del Lens y que, en una de las historias más raras de enero (y mira que ha tenido historias raras enero), acabó debutando esta temporada en LaLiga en Vallecas. El Girona se fue estirando y espabilando y en un despiste del Rayo encontró premio. Iñigo metió un doble cambio con saque de banda en zona peligrosa para el Girona, al equipo le pegó un bajón de tensión, Álvaro, recién salido, no apretó a Iván Martín y su centro lo cabeceó a la red Bryan Gil mientras Ratiu seguía mirando al infinito en vez de atacar el balón para despejarlo.
El Rayo se revolvió bien, recuperó la pelota y se fue al ataque. Como en la primera parte, llegó con facilidad a la zona de peligro y merodeó el área, pero no supo acercar la mecha al fuego. Y en esas entró Nteka, empapado en gasolina. En el 80' mandó a la red un pase de Álvaro tras una jugada enredadísima en la que Arnau llegó a pedirle al árbitro tras el gol que le pitase penalti por mano. Y en el 83', tras una cabalgada del mismo Álvaro, definió entre las piernas de David López y bajo el cuerpo de Pau López.
Los de Míchel, desconcertados, se lanzaron entonces al ataque. Pero surgió un villano de Marvel nacido en Argentina: Augusto Batalla. Lo paró todo, perdió todo el tiempo que pudo y vaciló al árbitro en cada intervención. "Añade otro minuto más", gritó al aire después de un paradón cuando Díaz de Mera Escuderos había avisado que iba a sumar dos minutos más a los seis de añadido.
Iñigo abrazó a Míchel tras el pitido final, aunque al nieto de la María no le salía la sonrisa. Fue a enseñar las diapositivas de sus andanzas europeas y se encontró un Rayo que le acabó pidiendo el folleto, no vaya a ser que la próxima temporada sean ellos los que tengan que renovar el pasaporte.
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